martes, 29 de abril de 2014

“PROFESOR NESTOR AGUNDEZ MARTINEZ… ILUSTRE SUDCALIFORNIANO.




• Entrevista concedida por el ameritado maestro, misma que fue publicada en el prestigiado diario "EL SUDCALIFORNIANO" hace más de una década. 

• Nació a la vida eterna el 26 de marzo del 2009

El anterior viernes 19 de Abril, la población de Todos Santos estuvo de plácemes y con ella todos los habitantes del estado de Baja California Sur con motivo del merecido homenaje rendido al maestro Néstor Agúndez Martínez...el alma de la cultura en Todos Santos; quien egresado de la Normal Campesina ha dedicado toda su vida a formar profesores de vocación comprometidos con la sociedad... “El Ruiseñor de Todos Santos” Néstor Agúndez es ejemplo y guía de muchas generaciones y jóvenes maestros que le han seguido las huellas en los surcos que ha ido dejando en el camino labrado desde las primeras letras hasta ampliar el horizonte cultural de todos los que se identifican con la gigantesca figura del profesor Néstor, a través de los tiempos en la cultura y las artes. Me es muy satisfactorio escribir algunos aspectos interesantes sobre la vida y obra de un maestro tan notable, hijo predilecto de nuestra tierra sudcaliforniana, Don Néstor Agúndez Martínez “El sonetista de Todos Santos”, maestro preclaro de generaciones ya maduras y de ese gran semillero que está atenta a incorporarse a la vida social del país...LA JUVENTUD.


Desde el oasis tropical, denominado Todos Santos, la Cuernavaca sudcaliforniana, brota para la humanidad entera un manantial de frescura crónica, pintando el paisaje natural y cultural de nuestra tierra. Néstor Agúndez Martínez, el escritor, el narrador de cuentos, el sonetista, el reportero, el analítico e incansable luchador político y social, se eleva por entre el mar erizado de palmeras de ese trópico, y se transmuta en papel y tinta para reproducirse en el corazón y la inteligencia de aquellos quienes amamos la cultura. “LAS VOCES DE NESTOR...UN POETA UNIVERSAL”, titulada así la voluminosa tesis profesional conteniendo gran parte de la obra escrita del maestro Néstor Agúndez, que presentaron a la Escuela Normal Superior para obtener el título de licenciatura en educación media en el área de español las señoritas: María de los Ángeles Contreras Verdugo, Graciela del Carmen Ochoa Herrera y Rosa Elia López Cruz.

Gobernaba el territorio de Baja California Sur el señor Carlos M. Esquerro, cuando una fría mañana de invierno del día 22 de febrero de 1925, en el risueño pueblo de Todos Santos BCS, en el humilde y honroso hogar formado por los señores Benito Agúndez Manríquez y Margarita Martínez Sánchez, entre las morenas manos de la comadrona del pueblo nació a la vida el pequeño Néstor, llevando el viento el eco del fuerte llanto del niño por campos y serranías quedando su esencia en el ambiente todosanteño, como presagio de lo que él sería en el futuro: EL ALMA DE LA CULTURA Y LAS ARTES DE TODOS SANTOS. La infancia de Néstor transcurrió felizmente entre cañaverales, trapiches, molinos de cañas, panocha de gajo, melcochas y tantas cosas bellas de ese lugar de ensueño TODOS SANTOS. Cuando de la mano de Doña Margarita iba al párvulo, el primero que fundó la ilustre profesora Rosaura Zapata en 1905, los inquietos ojos de Néstor quedaban fascinados al contemplar las carretas cargadas de caña, tirada por briosos corceles rumbo a los cinco molinos con sus trapiches que había en esa época y sobre todo por aquellos aromas. 

Néstor realizó sus estudios primarios en la Escuela Melitón Albañez No. 7, siendo su maestra de sexto año Columba Salgado Pedrín de quien guarda gratos recuerdos y a quien le debe el haberse recibido de maestro de primaria egresando de la Escuela Normal Regional Campesina en San Ignacio Baja California Sur, continuando sus estudios en el H. Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, de donde egresó en 1957. Siendo alumno de tercer grado impartía clases de dibujo y danza regional a diversos grupos de la misma institución, titulándose con honores distinguidos, por la bravura y seguridad con que defendió su tesis profesional: “LOS PROBLEMAS MORALES DE LA COMUNIDAD Y LA ACCION DE LA ESCUELA”, tesis que fue integrada a la Dirección Educativa Federal en el Territorio de Baja California Sur como un documento de consulta. Néstor Agúndez, durante 17 años laboró como maestro de educación primaria en su tierra natal, Todos Santos, con el propósito de servir a su pueblo, promovió junto con otros maestros y profesionistas de la población, así como alumnos, la construcción de la Escuela Secundaria Federal “Educadores de Baja California” en la que fue subdirector donde impartió lengua y literatura española, dibujo técnico, danza, civismo, geografía, historia y modelado. Formó asimismo un grupo de teatro y un grupo de danza, y creó el taller de artesanías y pintura al óleo.

Con la finalidad de lograr una mejor superación tomó un curso de orientación de enseñanza audiovisual y en 1960 ingresó a la Escuela Normal Superior de Nayarit donde cursó la especialidad de Maestro en Lengua y Literatura Española, obteniendo su título con un alto promedio como maestro de maestro de lengua y literatura española, en 1969; así como realizó un curso sobre industrias agropecuarias, horticultura, relaciones públicas y humanas y de divulgación agropecuaria. Néstor Agúndez se distinguió además por su espíritu de servicio social. En 1943, durante la visita a la población de Todos Santos del General Francisco J. Mujica, para recibirlo, organizó un magnifico festival actuado por los niños al aire libre, lo que agradó tanto al mandatario, que les ofreció construirles un teatro, lo que cumplió y fue así como se construyó el Teatro Manuel Márquez de León orgullo de todos los sudcalifornianos. Asimismo, el profesor Agúndez Martínez organizó una gira artística por varios poblados para recaudar fondos para la construcción de un hospital, con su propia compañía teatral integrada por jóvenes dinámicos de la población. Hospital que se logró, y a sugerencia de él se le puso el nombre del doctor Pedro Cota Domínguez. Participó activamente en la junta pro electrificación del pueblo de Todos Santos. Asimismo, promovió la fundación de la casa del estudiante, la cual dirigió durante 20 años de manera voluntaria y sin recibir sueldo alguno. Durante el gobierno del licenciado Hugo Cervantes del Río promovió la construcción de una cancha deportiva para los jóvenes del pueblo, lo que logró, ya que estaba por celebrarse el 25 aniversario de las olimpiadas territoriales.

El profesor Agúndez, gestionó ante el licenciado Ángel Cesar Mendoza Aramburo la construcción de la Casa de la Cultura en 1976, hasta 1996 que cambia de nombre transformándose en “EL CENTRO CULTURAL SIGLO XXI”, la que el profesor Néstor considera su máxima realización. Asimismo, integró y dirigió el Comité contra la Desnutrición Infantil, ahora DIF. Dentro de las actividades artísticas y culturales, el profesor Néstor Agúndez Martínez se propuso desde que se inició como maestro en 1943, laborar voluntariamente como promotor y defensor de la cultura. Preparaba programas artísticos con los niños de las escuelas donde laboraba y los presentaba periódicamente en el teatro Manuel Márquez de León deleitando a los habitantes de su pueblo. Posteriormente pasó a laborar a la Escuela Secundaria “Educadores de Baja California”, donde tuvo mejores oportunidades para realizar labor artística y cultural y organizar un club de teatro y danza que él mismo escribió, montó y dirigió por muchos años sobresaliendo entre los plásticos literario musicales: HOMENAJE A LAS MADRES DEL MUNDO; la vida activa de nuestra escuela, homenaje a la canción mexicana popular, homenaje al maestro mexicano, homenaje a la bandera nacional, homenaje al soldado mexicano, homenaje a la niñez y juventud de México. Cuando laboró en la Ciudad de La Paz de 1944 a 1945 por las tardes asistía a la escuela de teatro que dirigía el maestro Hernán de Sandozeki, donde junto con la maestra Gloria Carballo, preparaban programas masivos los que presentaban los sábados en la Cancha del Cuartel Militar, dedicadas las funciones a las familias de los soldados. También llevaban estas presentaciones a las familias de los barrios de la ciudad.

En septiembre de 1945, el profesor Néstor Agúndez regresa a Todos Santos donde se integra a la Escuela Primaria General Melitón Albañez una vez más como maestro de tercer año, continuando con su labor social y cultural hasta su jubilación en 1993, después de 50 años en el servicio escolar. El sonetista de Todos Santos, nunca recibió capacitación como maestro de teatro y danza, y sin embargo, se las ingeniaba para montar obras de teatro, para crear sus propias coreografías; eran promocionados en su pueblo gran cantidad de espectáculos artísticos y culturales, aprovechando los espacios con que cuenta, así como más de 35 obras publicadas y ha colaborado en los órganos periodísticos...distribuía las revistas sucesos para todos; México al día y todos; colaboración en Excélsior en 1960; durante 12 años en Letras de Baja California; durante más de 30 años ha colaborado en diversas revistas y periódicos de La Paz de gran prestigio. El profesor Néstor Agúndez por su vocación y entrega de servicio ha sido merecedor a la medalla Rosaura Zapata, a la que renunció cediéndola a su maestra de primaria Columba Salgado Pedrín como un homenaje de admiración respeto y agradecimiento, porque a ella le debe el hecho de ser maestro; así como recibió más de 25 reconocimientos por todos sus méritos logrados en bien de los demás.

Son incontables las participaciones del maestro Néstor en concursos literarios de los que ha salido ganador. Siempre ha logrado lo que se ha propuesto, rebasando las metas fijadas. Está agradecida de sentir la amistad auténtica de muchísimos seres humanos de diversas partes del mundo, amistad que valora, respeta y atesora con amor y afecto muy humano. Se siente feliz de contar con el cariño y respeto de los niños de las actuales generaciones que acuden al centro cultural siglo XXI proyecto que ha sido su máximo anhelo y lo va logrando poco a poco por el bien de nuestros niños y jóvenes, haciendo suya la voz del ilustre mexicano de todos los tiempos licenciado don Benito Juárez “MI CONSCIENCIA ME DICE QUE DEBO AFRONTAR TODAS LAS DIFICULTADES”.

...!felicidades preclaro maestro auténtico de vocación...hay mucho más que escribir sobre el profesor Néstor Agúndez pero el espacio se nos acorta!.


“…Por el placer de Escribir… Recordar y Compartir…” 

“EL CARRUAJE DE LA MUERTE, POR LA CALLE MADERO”.





• A ALTAS HORAS DE LA MADRUGADA SON VARIAS LAS PERSONAS QUE EL ALEGRE TRAQUETEO Y EL CHAC CHAC DEL SONIDO DE LAS LLANTAS DE UN CARRUAJE TIRADO POR BRIOSOS CORCELES, LES HAN INTERRUMPIDO EL SUEÑO Y LOS QUE SE HAN CONVECIDO DE QUE SE TRATA ESE RUIDO, HAN QUEDADO CON LOS PELOS DE PUNTA.


A través de los años, son muchos los espantados que se han quedado de pelos parados al ver y otros escuchar al carruaje de la muerte por la calle Madero…la gente así lo bautizó, porque se aparece, según el vulgo, por el mes de Noviembre, y precisamente toca la casualidad que mueren algunas personas alrededor de donde se aparece, y dicen “fulano de tal, anoche escuchó el carruaje de la muerte; seguramente viene por él o ella”.

Los Hermanos Álvarez, dicen que hace muchos años, sus mayores le contaban que por la calle Madero, a la distancia se miraba una polvareda que levantaba el trote de briosos corceles arrastrando una carroza negra, y que hasta se escuchaba como alegres castañuelas el ruido de las ruedas del carruaje, y que en la esquina de Sinaloa y Madero, paraba la carroza, bajaba un hombre elegante vestido de negro, con sombrero de copa alta, negro también, y amarraba los caballos en un gran árbol de la india que todavía ahí se encuentra y miraban sorprendidos cómo de repente desaparecía. Y al siguiente día se sabía que alguien murió.

Y así se fue tejiendo la leyenda del El carruaje de la muerte por la Madero.

Que en otra ocasión uno de ellos venía por la Madero rumbo a su casa como a las nueve de la noche, y que desde dos cuadras antes de llegar a su casa, salió de la nada el carruaje tirado por los caballos, y que venía detrás de él siguiéndolo, todo ese tramo, y al llegar junto al árbol de repente desapareció y los perros empezaron a aullar, y las gallinas a cacarear muy asustadas y él si sintió miedo, porque ya escuchaba a través de los años que esto pasaba, pero que no creyó que él viviría una cosa así, pues creía que eran puros cuentos de los mayores para asustar a los niños, y si, hubo muertos alrededor al siguiente día, y pensó que se los llevó el carruaje de la muerte, el que se ve solamente en el mes de Noviembre. 

En Noviembre del año pasado, Dice Doña Elodia, que vino un famoso conjunto musical a La Paz al Estadio, y que ella fue al evento y se vino como a las dos y media de la madrugada…venia muy cansada y tenía sueño, se preparaba para acostarse y de pronto escuchó el chac chac chac, de ruedas como de carruaje y el trote de caballos, y que pensó que que bonito ruido hacía el conjunto de las ruedas y cascos de caballos, en el pavimento, y que pasaban por ahí a esas horas de la madrugada; pero como estaba tan cansada, le dio flojera correr la cortina para ver qué producía aquel ruido, como de un carruaje que a sus oídos le pareció muy hermoso, y que se fue perdiendo a la distancia, y sí, falleció una persona muy estimada por ese barrio, esa misma madrugada, dijo.

Y dijo también Doña Elodia, que su esposo hace varios años cuando no había pavimento todavía ya estaba anocheciendo, vio que venían varios caballos negros al trote, y entre una nube de polvo se miraba un carruaje negro muy antiguo, lo que a él le pareció muy raro que eso pasara por ahí, pero que no se asustó porque no sabía nada del carruaje de la muerte.

……Y por las madrugaditas del mes de Noviembre, ándate con cuidado por la calle Madero, no vaya a ser la de la malas y te topes con el carruaje de la muerte y te quedes con los pelos de punta… 




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Esta leyenda se publicó hace 8 años en este prestigiado diario “El sudcaliforniano”.

“HUGO CESAR PIÑEDA CHACON… ILUSTRE SUDCALIFORNIANO, Y AMERITADO MAESTRO…




En el ocaso de su vida, como un justo reconocimiento dedico este sentido homenaje al profesor Hugo Cesar Piñeda Chacón, quien con su dedicación y esfuerzo labró el futuro de incontables generaciones de profesionistas, moldeando su personalidad y forjando su carácter; y segura estoy que el pueblo sudcaliforniano comparte este regocijo y valora en su justa dimensión la obra educativa de tan distinguido maestro.

Profesor Hugo Cesar Piñeda Chacón, maestro, no es aquel que sólo ha cumplido con sus diarias tareas impuestas por la sociedad, maestro es aquel, que como usted motivado por una mística de servicio, entrega lo mejor de si mismo, de sus conocimientos y valores morales y que proyecta su tarea a la comunidad. Estos valores fundamentales que identifican y le dan sustento al servicio educativo han sido el sello indiscutible de su personalidad. ¡Felicidades maestro auténtico!. El profesor Hugo Cesar Piñeda Chacón vio la luz primera en esta ciudad de La Paz el 28 de noviembre de 1912, cuando estaba en su auge la extracción de la madre perla, la ganadería, minería y la pesca; siendo sus padres Don Filemón Cecilio Piñeda Contreras y Victoria Chacón Meza. Don Filemón, reconocido poeta, autodidacta sudcaliforniano, de quien heredó el gusto por la lectura y las manifestaciones culturales.

Eran tiempos revolucionarios en el país, y por consiguiente en esta entidad, con una población de 40.000 habitantes en todo el distrito sur, cuando surge la figura revolucionaria del general Felix Ortega Aguilar, y entre tiros de escopetas y sobresaltos el pequeño Hugo Cesar daba sus primeros pasos. Su infancia transcurrió en la tranquilidad de aquella Paz de ensueño de los años 20, de molinos de viento, huertas familiares y barcos de cabotajes, disfrutando de sus bellezas naturales, de la unidad familiar compartida con sus nueve hermanos. Apenas tenía Hugo Cesar diez añitos, cuando la infancia se despide con un doloroso acontecimiento: su padre Filemón falleció en mayo de 1922. Hugo Cesar se fue forjando y moldeando su carácter en el yunque de la vida misma. Y gracias a la inteligencia de una madre que supo educarlo en el hogar, aprendió a ser autosuficiente y autoestimarse. A sus 88 años de edad, y con el corazón repleto recuerda con veneración a su maestra de primaria Zarina Cota.

Los estudios primarios los realiza en su ciudad natal. Y para poder continuar a nivel más avanzado, hubo de viajar a la ciudad de México en donde tuvo la suerte de incorporarse a la escuela a través de la cual se le facilitó tomar cursos de pintura en la prestigiada Escuela de San Carlos. Dado su interés de complementar su formación, tomó un curso de oratoria con el maestro Manuel Bernal. Al término de este periodo formativo, se dirige a Michoacán como maestro rural. Son los convulsionados años de la guerra cristera, de la educación socialista del cardenismo. Ésta fuerte y conmovedora experiencia continua viva en su memoria y en su corazón; los cientos de campesinos que salieron a despedirle y a pedirle que no se fuera. Habían pasado tres años, y en ellos de la animadversión a la admiración, sus logros son una de esas satisfacciones que sólo quien tiene el poder de darse a los demás con generosidad, puede lograr, y esta generosidad ha marcado su vida.

Después de tantas experiencias y satisfacciones como maestro rural, a su regreso a La Paz, integrado a la docencia, se da a la tarea de buscar nuevas alternativas; por lo cual introduce el Esculturismo en el salón de clases y posteriormente se le encomienda la tarea de diseminarlo en todo el Estado. Los jóvenes de ayer y de hoy le reconocen su aporte al cual los hace parte de esta valiosa experiencia formadora. El profesor Piñeda Chacón por su permanente lucha y tenacidad en el trabajo de difusión educativa y cultural, ha sido merecedor de 130 reconocimientos, destacando en variados campos: en aquel año de ésta entrevista cumplía 65 años de labor magisterial, y los frutos de su entrega se aprecian en un sin número de destacados alumnos que no olvidan esta valiosa formación. En el campo de la pintura y el diseño, se puede apreciar tanto su obra pictórica como su labor en la difusión y el impulso a los valores sudcalifornianos. Fue asimismo, ganador de los escudos estatal y municipal.

El profesor Hugo Cesar Piñeda Chacón fue fundador del Club de Exploradores Huaxoros que va a dar pie al movimiento scouts en Baja California Sur dedicándole más de 25 años. Es también esta actividad en la que se rescata y conoce el patrimonio cultural dispersos en las zonas rurales, la que provee el material con que se inicia el museo territorial, y a partir de este, se crea el patronato para la preservación del patrimonio histórico cultural de Baja California Sur AC, el cual da la pauta para que finalmente se consolide en 1981 la apertura del Museo Regional de Antropología e Historia. En sus escritos sobresalen poemas, narrativas, entre las que se cuentan: “La leyenda de las Clavellinas”, la realización de más de doce guiones educativos sobre temáticas tan distintas como: las pinturas rupestres, la sierra de la laguna, la historia de la ciudad de La Paz, rescate de los valores culturales de las comunidades rurales de BCS. Su participación activa en eventos sociales y culturales favoreció el desarrollo de instituciones gubernamentales y privadas como: El Club de Leones, El Colegio Anáhuac, la Mutualista Unión, Seminario de Cultura Mexicana AC, la Sala Ibó, entre otras.

Han pasado los años y los inviernos escarcharon sus cabellos, y al calor de su hogar rodeado de su familia, el profesor Hugo Cesar Piñeda Chacón continuaba activo mentalmente. Recordaba con veneración a su adorada esposa María Consuelo Geraldo de Piñeda, quien hace algunos años falleció y le dejó el regalo más hermoso de la vida, además de su recuerdo, seis hijos: Cesar, Víctor, Hugo, Aldo, Luis y Victoria quienes le dieron la dicha de 9 nietos, bisnietos así como nueras y yerno. El profesor Piñeda Chacón continúa alimentándonos con su riqueza espiritual, con su ejemplo de lucha positiva, creativa y honesta por las causas nobles de la educación y la cultura, por los valores trascendentes que nos permitan ver con mayores esperanzas el futuro de la niñez y de la juventud.

…Desde la primavera del 2003, aquel generoso profesor de proporciones y conocimientos gigantescos, cabalga en las brumas del tiempo descansando en el regazo del creador… “Simbólicamente aborde mi barca…
“La identidad”
Marcando rumbo con la aguja 
Imantada de mi flor de lis 
Hacia lo desconocido…


“…Por el placer de Escribir… Recordar y Compartir…” 

EL SARGENTO… Y LA VENTANA… HISTORICAS COMUNIDADES TURISTICAS Y PESQUERAS EN LA LEYENDA DE SUDCALIFORNIA




• DON MANUEL DE OCIO LE PUSO “LA VENTANA”, A LA VENTANA PORQUE SEGÚN EL DECIA, “QUE POR ESTA VENTANA AL MUNDO ENTRAN Y SALEN MIS RIQUEZAS, EL ORO Y LA PLATA”…

• “EL SARGENTO DEBE SU NOMBRE A UN BARCO LLAMADO EL SARGENTO QUE ENCAYÓ EN ESE LUGAR POR LA DECADA DE LOS 40… Y EL NÁUFRAGO ESTÁ SEPULTADO EN EL MISMO”.


Deleitando el paladar con uno de los exquisitos manjares del amplio menú de la gastronomía nacional e internacional, preparado por la prestigiada chef Maritza, del “M RESTAURANT” enclavado entre la ventana y el sargento, donde antiguamente fue un rancho llamado “El teso”, a 40km al oriente de La paz… perdía la mirada contemplativa en la hermosísima y extensa bahía de la ventana, y sus níveas arenas, alimentando además el espíritu esperando ver surgir de entre las azules aguas frente a la isla cerralvo, cual hermosa diosa, el disco dorado de la luna llena, la que le ha dado prestigio a la ventana y al sargento tal prodigio de la naturaleza…Y en esa espera, como corceles desbocados cabalgaron mis pensamientos al histórico pasado de estas comunidades de El sargento y la ventana poblada de personas trabajadoras, nobles y sinceras dedicadas al mar y al turismo.

Del variado menú del “M RESTAURANT” seleccioné “La pesca del día” el que estaba ¡exquisito!, con un sellado perfecto y en su punto. Entre bocado y bocado y sorbos de vino blanco evocando el histórico pasado, me pareció ver fondeado los antiguos galeones que surcaban los mares del golfo de california y el cortés, cargados de cosas preciosas, desembarcando diversas mercancías y cargando el oro y la plata extraída de las entrañas de las minas de los históricos pueblos mineros: Santa Anita, San Antonio y el triunfo, entre otros, fundados por don Manuel de Ocio, el hombre más acaudalado de aquel tiempo, y según la inolvidable y prestigiada escritora doña Dominga G. de Amao (QEPD). Fue don Manuel de Ocio quien le puso el nombre de “La ventana”, a la ventana; porque decía él, “que por ésta ventana al mundo entraban y salían sus riquezas” y desde entonces la empezaron a nombrar “La ventana”, y que por los años de 1895 ya había registro oficial de esta comunidad pesquera con alrededor de 150 habitantes.

Con esa mente creadora del arte culinario entre otras virtudes, de las diestras manos de la chef iban surgiendo variados platillos deleitando el paladar más exigente, e inundando de exquisitos aromas el “M RESTAURANT”, golpeando el delicado olfato de los ahí presentes urgiendo al estómago la saciedad. También cuentan los mayores que en otro tiempo cuando la pesquería de la madre perla estaba en su auge en La paz y sus alrededores, don Simón León Lucero, celebre buzo y pescador del legendario barrio del esterito venia por estos rumbos de la ventana en su barca a canalete y vela tendida, y traía mucha sed; se orilló en busca de agua para beber y encontró un venero de agua dulce, y tomándola entre sus manos con la vista puesta a la isla cerralvo, exclamó ¡Mira, es una ventana! Reafirmando el nombre que desde los tiempos de don Manuel de Ocio le daba a la ventana; y que ahí don Simón fundo un rancho con el nombre de “La ventana”.

Las penumbras se dejaron sentir en la ventana y el “M RESTAURANT”…la noche tendió su negro manto desapareciendo de mi vista los imaginarios galeones cargados de oro y plata y otras riquezas de don Manuel de Ocio…Y degustando el exquisito postre, mis ojos no podían dar crédito a tan maravilloso espectáculo de la naturaleza ¡LA LUNA LLENA EMPEZO A SURGIR DEL MAR FRENTE A LA ISLA CERRALVO!...¡QUE REGALO DE DIOS PARA LA VISTA Y PARA EL ALMA!.

Los históricos pueblos, la ventana y el sargento, que han dado paso a la historia y la leyenda, además de ser comunidades pesqueras también es un lugar turístico de gran prestigio donde llegan turistas mexicanos y extranjeros de todas partes del mundo a disfrutar además de sus bellezas y tranquilidad, de la exquisita gastronomía nacional e internacional… El famoso deporte kite “papalote”… y wind surf “tabla con vela” 

…Y bajo los reflejos de la luna llena, de las diestras manos de la chef Maritza…Virtuosa de la gastronomía nacional e internacional iban surgiendo los exquisitos y variados platillos artísticamente presentados… Un regalo para el paladar más delicado… Aquella noche de plenilunio en el “M RESTAURANT”, en la ventana…


“…Por el placer de Escribir… Recordar y Compartir…” 

“LA CASA DEL CUCURUCHO”.


Antaño, cuánto miedo sentía al pasar por esa antigua mansión en mi época de estudiante...la casa del cucurucho...la gente le sacaba la vuelta, tenían mucho temor de pasar por allí, por todo lo que se contaba de ella...estaba envuelta en la leyenda...era motivo de cuentos de los mayores alrededor de las hornillas en épocas de lluvias. Era una casona construida de ladrillo, de techo alto de cuatro aguas, de teja manila, la que siempre estaba abandonada ubicada en las calles 5 de Febrero y Madero, la mencionada mansión, estaba rodeada además de la leyenda, de un solar baldío, por donde la gente del pueblo se acostumbró a transitar para acortar camino.
Fueron incontables las personas asustadas en esa casa...se contaban varias leyendas sobre ella. Algunas gentes vieron a una niña de rubios cabellos recargada en el cristal de la ventana con un gesto de dolor en el rostro llorando, haciendo señas con sus manos, con desesperación como pidiendo auxilio...otros decían que en la pileta del patio, en la que antiguamente curtían cueros, escuchaban el llanto lastimero de un niño...también decían que miraban a un hombre agachado metido en la tinta, como trabajando en la pileta, con los pantalones arremangados bajo las rodillas y luego desaparecía y otros decían que del solar que rodeaba la casa del cucurucho, salía una alta mujer de largos ropajes blancos de cabellos hasta debajo de las sentaderas, la que se metía entre los demás solares, y el caserío dormido. En esa época, según, pasaba la mujer por donde ahora es la Escuela Rosendo Robles, salía hasta la brecha donde ahora es carretera, y se metía por debajo de la alcantarilla que estaba a la altura de donde está el Yonque el Chepe, por donde pasaban las aguas broncas de un brazo del arroyo de El Palo, y la mujer se iba como flotando por todo el arroyo perdiéndose en la orilla del mar. Fueron varios los osados que la siguieron, pero regresaban espantados por que desaparecía en el mar.
A falta de radio y televisión, las narrativas de sucesos espeluznantes, de leyendas de viejas mansiones, de la historia de la familia, y de algunos santos, contados por los mayores, era motivo de reunión familiar, era parte de nuestras costumbres de antes, que hacían más ameno el transcurrir de la vida cotidiana de los sudcalifornianos. Siempre que paso por donde estuvo aquella antigua casona EL CUCURUCHO viene a mi mente aquella leyenda que la rodeaba, y que nos contaban los abuelos; principalmente la experiencia que les tocó vivir a los señores Enrique, María de Jesús, Carlota y Florencio. Todos ellos ya fallecidos, y don Florencio contaba este hecho espeluznante que vivieron
“Por la época de los 40, del siglo pasado, cuando afloraban en ellos las ilusiones, acudieron a un baile que se celebraba como era costumbre, en la escuela Dos; ahora Melchor Ocampo. Y después de disfrutar de una maravillosa noche de fiesta, regresaban caminando a la luz de la luna bajo la lápida celeste tachonada de refulgentes estrellas. Cuando pasaron por la casa del cucurucho, la que siempre estaba abandonada, les llamó la atención que a esas horas de la noche, estuvieran abiertas sus puertas, iluminada únicamente a la luz de las velas, sorprendidos se detuvieron, y con curiosidad se asomaron a la puerta y no podían dar crédito al espectáculo que se ofrecía ante sus ojos, ¡estaba en el centro del cuarto, en un catre, tendido un hombre muerto, rodeado de cuatro sirios encendidos!. Tenía las quijadas amarradas a nudo en la cabeza con un paliacate negro y las manos junto al pecho amarradas también con crespón negro, así como los pies amarrados también.
A los sorprendidos jóvenes, les llamó la atención que no había dolientes por ningún lado, y se les hizo muy feo, seguir su camino sin acompañar aunque sea un ratito al muerto, porque esas costumbres eran muy respetadas en aquel tiempo. En esa noche de plenilunio, parados aún en la puerta, donde el silencio era roto por el aullar de los perros, se pusieron de acuerdo los 4, y decidieron quedarse a velar el cuerpo aunque fueran unos momentos, porque además ya casi iban a ser las doce de la noche, y antes no se acostumbraban los bailes que terminaran tan tarde, y para ellos esa hora ya era muy tarde y temían toparse en el camino con el llanto lastimero de la llorona, o el judío errante. Se metieron al fin a la casa del cucurucho y volteando para todos lados buscando los dolientes, sin ver a ninguno, se sentaron en unas rústicas bancas de madera.
La mortecina luz iluminaba el cadavérico y barbado rostro de aquel hombre, y en medio del silencio sepulcral observaban todo a su alrededor. Llamándoles la atención que la blanca sábana tendida en el catre, donde estaba el difunto en cada esquina tenía bordada artísticamente a punto de cruz unas iniciales “MB”, en color azul así como la funda de la almohada donde descansaba la cabeza del muerto. Además, vieron también que debajo del catre, como era la costumbre, estaba una plasta de ceniza en el suelo marcada con una cruz dentro de un círculo. Los minutos pasaban y se les hacían interminables por que ni por asomo les daba que se tratara de otra cosa sino de un velorio, pero lo más extraño era que estaba solo el cuerpo sin ningún doliente. Don Enrique se levantó y salió a fumarse tranquilamente un cigarro a la enramada que estaba afuera, con ese pretexto buscaba familiares en los patios y todo estaba en penumbras, porque la luna se metía presurosa entre las nubes, quizás no quería ser testigo de lo que iba a suceder.
Al término del cigarro, los muchachos decidieron retirarse. Temerosos, extrañados, volteando para todos lados salieron de aquel cuarto y caminaron unos cuantos pasos, voltearon hacia atrás sin querer, y cual sería su sorpresa ¡estaban cerradas las puertas del cucurucho envuelta en la mas completa obscuridad!, y unas carcajadas se escuchaban que salían de la casa mientras ellos corrían despavoridos sin parar, con el corazón en la mano hasta llegar a su casa, donde vivían por el arroyo del palo.
Los muchachos, estuvieron enfermos varios días tomando te de palo Brasil con raíz de choya y bola de cilantro para el susto. Y cuando al fin pudieron platicar lo que les había pasado aquella noche en la casa del cucurucho la familia no les creía y decían que estaban locos. Los muchachos insistieron tanto en lo que les pasó, que sus padres los acompañaron a inspeccionar la casa, pero de día, la que estaba en el más completo abandono, con telarañas y todo, pero en la enramada se encontraron la chupita del cigarro que el Tío Enrique se había fumado. Por mucho tiempo a estos muchachos se les quitó la maña de andar en los bailes.

La casa en mención, ya no existe. En su lugar se encuentra una moderna construcción. Antiguamente, la casa del cucurucho, fue habitada por una distinguida familia que venía procedente de El Triunfo. Después, según vox populi, fue una curtiduría de pieles, y antes de estar esta mansión, era un almacén de sal. Sería verdad, o mentira lo que contaban estos señores, cuando yo era niña, pero la verdad es que me daba mucho miedo pasar por ese rumbo. A don Florencio y Don Enrique le he preguntado nuevamente sobre esta historia y ratificó su versión, del muerto aparecido en el cucurucho.
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…Si sales a los bailes vale más que te vengas persignado…porque si pasas por donde estuvo el cucurucho no vaya a ser que de repente te salga el muerto tendido…y te quedes con los pelos parados…

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martes, 15 de abril de 2014

“POLENCHO” AQUEL VIEJO PESCADOR DEL BARRIO EL MANGLITO... UN PERSONAJE DE LEYENDA.


Su espalda encorvada está y su cabecita cubierta por fina escarcha que dejó la brisa del mar y los inviernos que por él han pasado...¡Como olvidarle, si fue más que un hermano, más que un padre; no te hizo falta saber leer y escribir para dar amor! Enmarcó nuestra infancia con su querida presencia llenando nuestro corazón de alegría; deleitaste el paladar con la exquisitez de aquél manjar de nuestra bahía de La Paz que se perdió…
…Fumando y silbando emprendía el camino rumbo a la playa, en la alborada; con una botella de café, cigarros y algunos tacos, un desteñido paliacate rojo amarrado en la cabeza a medio cubrir sus negros cabellos aún, y los humildes apeos de pescar. Los anchos pantalones te los volaba el viento, y con firmeza calzabas tus curtidos pies con huaraches de suela de llanta; ¡cuánta alegría sentíamos mis hermanos y yo cuando él se marchaba a pescar!... ¡Va Polencho a pescar! decía mi madre; y cuanta abundancia de alimento marino había en nuestra humilde casa gracias a ti hermano, querido pescador, quizás en aquel tiempo no aquilatamos tu grandeza y ahora que mis sienes están cubiertas de hilos de plata cuánto añoro esa riqueza!. Cuando por las tardes regresabas cansado pero feliz por la pesca diaria...¡que bendición por haberte tenido tan cerca!. Recuerdo aquel “mero” que medía más de dos metros; lo traías arrastrando, le partiste la cabeza con un hacha, mi madre ya no hallaba que hacer con tanta carne, cada sábado había caguama en casa, cuanto alimento quien lea esto, quizá no lo crea, pero en el corredor de nuestra casa había hasta 7 caguamas tiradas en el suelo, entre brincos y aleteos sacándole a los mordiscos jugábamos arriba de ellas, nuestras cabezas pegaban en los tendederos de callos de hacha que el traía, y mi madre ponía a secar de tantos que había. Costales de langostas también traían y enormes pargos colorados y garropas, así como cabrillas.
Todas las exquisiteces de la bahía disfrutamos gracias a él; nos enseñaste a bucear las hachas, a amar y a conocer la bahía; a remar la panga y a izar la vela: se miraba hermosa la bahía llena de veleros con sus pescadores en aquél ayer.
A freír el pescado nadie te ganaba; lo descamabas con todo arte y en trozos gruesos con hueso y cuero lo freías y que sabroso te quedaba; y mi madre haciendo tortillas de maíz, pero de masa de nixtamal tatemado en las brasas los tomates y los chiles güeritos para la salsa; las hornillas de mi casa siempre estaban encendidas y gracias a ti hermano querido, había abundante alimento, las vecinas y comadres de mi madre también disfrutaban aquellos manjares; y la cocina lucía llena de gente entre aquellos olores a fritanga de pescado.
En la nieve de tu cabeza y en los surcos de tu cara se denotan las alegrías y tristezas compartidas con aquel calor de hogar que mi madre nos rodeaba. Con cuanta ansiedad esperábamos tu llegada; cuando en el muelle fiscal trabajabas, llegabas con las bolsas del pantalón atascadas de dinero, un peso me dabas y era mucho, hasta para ahorrar me alcanzaba...
Cuando cortabas los racimos de dátiles en los palmares había fiesta en la casa! Ponías a “pasar” los dátiles y de sus varejones hacías escobas para que yo barriera el patio. Antes las mujeres sudcalifornianas, al amanecer barrían y regaban el frente de sus casas; jalábamos agua del pozo y a regar... ¡qué bonito se miraba! Hasta parece que percibo aquel aroma a tierra mojada, a flores y escucho el ruido del balde al caer al fondo del pozo y el chillar de la rondanilla. Ahora tus pasos son lentos, ya casi te alcanzo, nuestros caminos por las vicisitudes de la vida tomaron sendas diferentes, pero lo vivido en aquél hogar de lumbreante hornilla difícilmente se olvidará; hay algo que nos une, el inmenso amor a mi madre que también lo fue de ti y que por amor a ella dabas tanto. Para todos fueron tantas vivencias a su lado por la bahía de antaño que disfrutamos.
Qué lástima que no sepas leer lo que con el corazón escribo. Para ti… son las dos de la mañana y no puedo dormir, mis ojos están llenos, mis lentes empañados; si, son lágrimas porque también se llorar.
Tengo el libro de mis recuerdos abierto y me asombro; aún tengo mucho que escribir, ojalá y la vida me alcance para hacerlo.
¡Cuánto añoro aquel hogar, mi madre, hermanos y aquél viejo pescador ; su velero que llenó de alegría mi niñez y mi juventud y vive en mi mente y en mi corazón...
…Y la canoa de aquel viejo pescador cortaba las ondulantes aguas desplazándose a vela tendida con el aire fresco del coromuel, enmarcado con aquellos atardeceres de ensueño. Sentada en aquella palmera doblada que caía al mar, y chapoteando el agua con los pies, esperaba su regreso.
“…Por el placer de Escribir… Recordar y Compartir…”

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miércoles, 9 de abril de 2014

“LAS SIRENAS...CUENTO CUARESMAL”.




¡Que no te metas al mar porque te convertirás en sirena!... ¿Qué no ves que es viernes santo?...era la consabida amenaza para los inquietos niños de aquellos tiempos...de alguna manera, para obligarlos a la obediencia y a respetar las costumbres aquellos viernes santos, viernes de silencio...cuando nomás se escuchaba el alegre trino de los pájaros y el silbar del viento. Entre aquellos aromas a capirotadas, torrejas, tortitas de camarón, de pescado y lecche cocida, entre otros richos manjares alrededor de las encaladas hornillas contaba la abuela que “Hubo una vez una familia que tenía su hogar frente a la playa bajo la sombra de un frondoso palmar quienes tenían tres lindas niñas y un varoncito, Juanita, Perlita, Margarita y Gabriel, muy inquietos por cierto los niños...que en un viernes santo de aquellos, después de escuchar las siete palabras, como es la costumbre, sus padres le recomendaron una vez más...queridos hijos, ya saben que hoy es viernes santo, viernes de guardar, es de luto para toda la humanidad, porque es el día en que fue crucificado en la tierra nuestro señor Jesucristo; nosotros, nos vamos a descansar y ustedes pueden leer, o jugar, pero sin pelear y todo en silencio”.

¿Podemos bañarnos en el mar?, preguntó Juanita muy entusiasmada, y su madre perisgnándose muy preocupada les dijo, ¡de ninguna manera!, es viernes santo y no pueden ni deben meterse al mar porque se convertirían en sirenas!. Pero inquietas y desobedientes que eran las niñas, esperaron a que sus padres se durmieran y felices, se encaminaron a la playa acompañadas de Gabrielito, quien era el más pequeño. El niño rehusó meterse al agua, porque era obediente y además tenía temor de convertirse en un pez como decían los mayores. Temeroso Gabrielito se sentó sobre una barca que estaba en la arena boca a bajo a observar a sus hermanas y a aventar conchitas y caracoles al agua mientras que Juanita, Perlita y Margarita, las tres niñas desobedientes corrieron encantadas y se metieron al mar.

...Era un viernes santo, viernes de silencio...las niñas jubilosas nadaban y nadaban en el agua, la que estaba muy fría, cortando con sus manitas las olas... y cuentan los mayores que cuando las niñas nadaban escuchaban raros murmullos en el agua, las que se pusieron más turbulentas, y de pronto todo se oscureció por unos instantes y sentían una rara transformación en sus cuerpos, luego espantadas vieron que de la cintura para abajo tenían la figura de un enorme pezy empezaron a rodearlas una gran cantidad de peces, las niñas desesperadas querían salir del agua, pero la corriente las jalaban mar adentro seguida de sus compañeros los peces, y ante los asombrados ojos del niño quien gritaba asustado, y las llamaba llorando, levantando sus manitas con impotencia al aire, pegando saltos sobre la panga, pero las niñas se alejaban más y más diciendole a Dios con sus manitas.

Por su desobediencia las niñas se habían convertido en tres hermosas sirenitas quedando sus padres y hermano sumidos en la tristeza. Y contaban los ancianos que los padres de las niñas desobedientes, salían todos los días hasta el anochecer, a recorrer las orillas del mar con la esperanza de ver a sus hijas aunque sean convertidas en sirenas...pero que nomás ondeaban sus escamosas colitas de pescado entre las hermosas olas confundiéndose con los murmullos del viento y el mar las voces plañideras de este triste y bello canto de las desobedientes niñas que un viernes santo se metieron al mar.

“Nuestros padres y hermano, ¿dónde estarán? Al vaivén de las olas nos alejamos más y más. Cómo olvidar, fue un viernes santo las niñas se metieron al mar, por ser desobedientes son sirenas de la mar”.

Aquel viernes santo, viernes de silencio alrededor de las hornillas inundadas de aromas, todos estábamos en suspenso escuchando a la abuela, hasta mi viejo perro el pachuco estaba tirado a mis pies emocionado, y continuó diciendo mi nanita, y cuentan que sus padres ya viejitos, seguidos de muchos niños, buscaban a las sirenitas por toda la orilla del mar, para escuchar su triste canto, que un día, a sus padres, ya no le vieron nunca más...terminó diciendo la abuela añadiendo que el viernes santo es el día más grande para toda la humanidad y desde entonces se hizo la conseja popular que los mayores aconsejan a sus hijos que el viernes santo se debe de guardar y sobre todo, no meterse al mar porque se convertirían en sirenas.

jueves, 3 de abril de 2014

“LA GLORIETA DEL COROMUEL...UN BALNEARIO DE LEYENDA”.




         Aquella cálida de verano le di la vuelta al risco donde lentamente revienta su soberbia las olas, y quedé frente al mar ¡que maravilla de la naturaleza! las verdeazules y cristalinas aguas me hicieron recordar por un instante gratos momentos de mi vida, de aquella feliz infancia, en esta maravillosa tierra de Dios...me senté en el risco de cantera esculpido, y volaron mis pensamientos al vaivén de las olas...voces del pasado...recuerdos, vivencias...la leyenda y la historia se confunde en esta hermosa tierra peninsular...toda ella es leyenda...es historia...!es tan bello recordar!, por la década de los 50, aquella fresca mañana, después de tomarnos un café con pan en la lonchería de Don Conrado de La Peña, mi abuelita dejó encargada la canasta del mandado en el puesto de Don Lucio en el interior del Mercado Madero...el alegre pregón del baratero cumbre se escuchaba de puerta a puerta y mi abuelita me dijo, casi como en un susurro, te voy a dar una sorpresa.

         ¡Que me vas a dar abuelita!. Te voy a llevar a la piedra zurrada, pero tenemos que apurarnos porque se nos hace tarde...mi perro viejo el pachuco, paró las orejas y movió su colita de contento...él sabía que andando con la abuela, aprenderíamos muchas cosas...caminamos a prisa, los largos ropajes de mi abuelita perfumados a cernada y jabón de pan, nomás volaba con el viento por la calle 16 de Septiembre, seguida de mi perro y yo...hacía viento aquella madrugadita...Nanita, le dije, señalándole donde es ahora Sears, que bonita está esa casa y que hermosas flores tiene en su jardín...si hasta acá se siente el olor...si, dijo, ahí vive la familia Sosa y Silva. Llegamos hasta el kiosco, el que estaba sobre el malecón y 16 de Septiembre, y levantándose el sombrero de alta copa tejido de cogollo de palma, señaló a la distancia...tenemos que caminar todo aquello.. ¡Que hermosura se ofrecía ante nuestros ojos!...el mar estaba crecido y sobrepasaba el malecón. ‘Abuelita por qué nunca vamos al Coromuel”, Uy, esta playa es nomás para los ricos. Y nosotros, pues que no somos ricos?. ¡Que ricos vamos a ser muchacha simple!, te quiero decir que a esa playa del Coromuel van los que tienen carro, porque el camino está por encima del cerro de la calavera, y si te traigo esta mañana es para que conozcas los esteros tan bonitos que hay por aquí, el estero del Esterito, el estero de Palmira y la piedra cagada; pero como está tan alta la marea, a ver si la podemos ver.

         A esa hora de la mañana, las personas barrían los frentes de su casa desde la calle como era la costumbre...la fronda de los árboles de la India, inundado de pájaros cantores oscurecían más el camino...las cristalinas aguas mecían a ritmo de canalete la barca de la Francesa, la señora Hoppen, a quien acompañaba su inseparable perra negra, quien al ver al pachuco empezó a ladrar y ella muy amable luciendo una amplia sonrisa bajo el sombrero le ordenó al animal, ¡Quieta Vicky!, y muy obediente la perra se sentó en la punta de la canoa viendo a la distancia...en la lejanía se divisaba la lucecita del faro, los pescadores alistaban sus barcas para salir a la faena diaria, y el pachuco correteaba ladrando a la gran cantidad de gaviotas y pelicanos que se echaban clavados al mar comiendo los cardúmenes de sardinas, los que iban huyendo  de los pejegallos que parecían que también volaban. ¡Que panorama tan bonito!, había tanto pejegallos en aquel tiempo que inundaban nuestra bahía.

         Nanita linda, parece que fuera a llover...No se ve así por la neblina o la brisa del mar, y ya casi se presenta la alborada, parece que el sol tiene una fuerte lucha con las nubes que no lo dejan salir. Abuelita, quiero juntar caracoles y conchitas, No, dijo mi nanita, ahora no se puede porque la marea está crecida, será en otra ocasión, y aprieta el paso, porque si no, no llegamos a donde vamos. Apretamos el paso y la abuela me iba señalando el nombre las playas, porque decía que la costumbre entre los pescadores era ponerle nombre a cada cuadra frente a la playa según la familia; esta es, dijo, la playa de la 16. La gente no se baña aquí porque desembocan los caños; esta otra es la playa de los canalizos, la que sigue, es la playa del cocol, esta otra, es la de David León, la de más allá es la de los Puppo, y esta es la de los Lizardi...y así sucesivamente ella iba señalando; nanita, y usted conoce a toda esta gente?, No pero a las playas así les dicen, son puntos de referencia.

         Al fin llegamos al Estero del Esterito...había tanto palmar donde es ahora el Seguro Viejo...que bonito estaba todo, pasamos por el puente de madera y por debajo de él pasaba el agua del mar y entraba muy lejos y creo que casi hasta el panteón. Por aquí, dijo mi abuelita, al otro ladito está el rastro y por este puente pasan las recuas de vacas, los carros y la gente, y ese toquecito de redilas que viene allí seguramente viene del rastro y lleva las reses destasadas rumbo al mercado...empezaba a clarear y pasamos cerca de la piedra cagada...era una gran piedra dentro del mar que estaba zurrada por las gallinetas, gaviotas y pelicanos. Nanita y por qué le dicen la piedra cagada?, pues por eso, porque está cagada; mi perro viejo asintió con la mirada. Al fin pudimos llegar al Estero de Palmira...mis ojos de niña no podían creer de tanta hermosura...había tanto manglar y dentro de su espeso follaje matizado por los rayos del sol que ya empezaba a salir, se escuchaba como un suave arrullo el graznar de las aves...el agua estaba como azul marino matizadas por el sol...el perro empezó a ladrar como loco...yo creo que de gusto porque las aves estaban todavía entre los manglares.

         Mi abuelita cameló el gusto que yo sentía porque me quedé pasmada al ver tanta belleza de la naturaleza...nos quedamos en silencio como en un encantamiento... nada más se escuchaba el cucuyo de las aves, los ladridos del perro y el reventar de las olas sobre las piedras...yo sabía que este estero te iba a gustar, por eso es que te traje, para que no te cuenten. Dijo mi adorada abuelita. Al fin salí de mi encantamiento  y pude balbucear; ¡Que bonito está todo esto abuelita!, pero me da tanto miedo ese cerro de la calavera!, ves, y así quieres ir al Coromuel. Bueno, por lo menos cuénteme nanita que sabe usted del Coromuel. Te contaré lo que he escuchado, sentémonos en esa piedra a descansar un ratito para luego emprender el regreso. El pachuco se echó a nuestros pies porque también le gustaba escuchar “En la antigüedad los legítimos dueños de estos mares y tierras con todas sus perlas y riquezas, fueron los californios. Eran tribus Guaycura, ichuties y coras, eran personas muy sanas que estaban asentados en la rivera del mar, cuentan los que saben muchos que eran magníficos pescadores, nadadores y buzos, también cazaban y recolectaba raíces para alimentarse.

                Cuentan que los peces los sacaban con la mano de tantos que había, ellos eran libres y vivían muy felices, hasta que llegaron los europeos con religión, cultura, y también enfermedades, y según cuentan que en 100 años se acabaron los californios. Estos mares estaban asolados por los piratas que atacaban los galeones españoles y las naves que llegaban de filipinas que llegaban por Los Cabos desde la Europa para quitarle sus riquezas, oro, perlas, perfumes, sedas y tantas cosas preciosas, y se escondían por estos rumbos para enterrar sus tesoros. Entre tantos piratas hubo uno muy osado que se llamo Cromwell, este acostumbraba que después de sus ataques entraba por la bahía a vela tendida con el viento, y se escondía por estos lugares. Los californios se acostumbraron a verlo, y a esperar ese airecillo fresco que deslizaba el galeón del feroz pirata, cuando entraba por las tardes ese fiero y misterioso hombre  y gritaban al verlo “ya viene el Coromuel” y se tumbaban en la arena a esperar el Coromuel.

         Por eso se dice que se hizo la costumbre de generación en generación entre las familias de La Paz, salir por las tardes a la banqueta, sacar las poltronas y hacer tenderetes en el suelo e incluso en las mismas orillas de la playa a esperar el Coromuel. Ese pirata Cromwell dio origen a esa costumbre , y como por la glorieta del Coromuel se metía le pusieron Coromuel a ese balneario. Nanita linda usted como sabe tantas cosas?, no se tantas cosas, lo que pasa es que se aprende con la convivencia familiar, y eso que te cuento no lo leí, lo he escuchado en las reuniones con tu tía chuy que va esa gente culta y de todas las clases sociales y me gusta escuchar y observar para aprender, y así como yo te cuento a ti,  mi abuela me contaba a mi, es por eso que los conocimientos se van heredando de generación en generación. La vida es una gran escuela , claro, por el buen camino.

          


miércoles, 2 de abril de 2014

“LA CAPIROTADA Y LAS TORREJAS”





Recordar aquel añorado ayer, aquellos olores y sabores de la cocina de mi madre, es un verdadero placer compartirlo…

¡María, María!... ¡Mi mamá ya sacó la cazuela para la capirotada y el jarro para las torrejas!..- con cuánto regocijo le dije a mi adorada hermana, al ver aquellos utensilios de barro sobre elpretil de la hornilla , y tan apreciados por mi madre y que nos llenaba de contento.
Nos agarramos de las manos las dos y nos pusimos a saltar y cantar de contentas alrededor de las hormillas ¡vamos a comer capirotada y torrejas!... vamos a pelar cacahuates, vamos!.
Era viernes santo. Viernes de silencio.

Al crepitar de los ardientes tizones, el bello rostro de mi madre se vislumbraba tras aquella encalada hornilla de evocadores recuerdos entre humos y olores, preparando la miel para ambos manjares y tostando el pan virote y semitas, que mi abuela rebanaba y le alcanzaba, mientras María y yo, pelábamos los cacahuates, que eran mas los que nos comíamos que los que quedaban para la capirotada …-¡Que no se coman los cacahuates! - decía mi madre-, ¡ Es María! – decía yo - ¡ Y no! es la Mela…- decía mi hermana de diez años. 
¡Cuánto nos gustaba ver como se preparaba la capirotada y las torrejas mi madre. Sobre la mesa ponía la gran cazuela de barro embarrada de mantequilla y en el fondo le ponía una cama de tortillas de maíz duras de preferencia, para esto, ya estaban todos los ingredientes en sus respectivos trastes: el pan birote rebanado y tostado, queso oreado picado en cuadritos, cacahuates pelados, nueces peladas, plátano macho pelado y rebanado frito en mantequilla de rancho o del venadito, porque no había de otra o no la conocíamos, manzana picada, naranja en rodajas con todo y cáscara, tomate del grande (no muy maduro cortado en rodajas) cebolla en rodajas (morada, porque no conocíamos de otra), ciruelas negras (pasa) y pasas… la miel ya estaba preparada con panocha , clavo, canela y las cascaras del plátano macho…¡Eran unos olores que inundaban todo el patio!... arrímense para que vean y aprendan decía mi madre. Ponía en la cazuela una tanda de pan y una tanda de todos los ingredientes.

Les ponía miel que cubriera esa tanda y luego le ponía otra tanda de pan y de todo aquello hasta terminar y la bañaba de la exquisita miel, luego la tapaba y le ponía masa de nixtamal alrededor para que no se saliera el vapor y sentaba la cazuela en una cama de brazas sobre el pretil de aquella añorada y encalada hormilla, y le ponía brazas también sobre la tapadera.
¡ Pero parece que la estoy viendo , oliendo y saboreando!, era la locura aquella cocina tan llena de cazuelas rebozantes en viernes santo, viernes de silencio…
El jarro hirviente con la misma miel ya estaba listo para hecharle las torrejas. Con semitas partidas a la mitad, tostadas al comal, se capeaban, o sea se metían al huevo batido y se freían luego se hechaban dentro de la miel y era todo, quedaban exquisitas, todo un MANJAR. Desde luego que todo tenía que cocinarse antes de las 12 del viernes santo, viernes de silencio.

Chiles rellenos de queso o verduras, tortitas de pescado seco, mero, garropa, estacuda o cabrilla y desde luego arroz colorado en cazuela de barro, frito con manteca de puerco de aquellos criados en casa, agua fresca de lechuga con panocha y limón y el postre leche cocida o arroz con leche, capirotada y torrejas… QUE TIEMPOS AQUELLOS…

Por el placer de recordar… escribir y compartir.