martes, 29 de noviembre de 2016

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“LA TRADICION DEL ADVIENTO”.


         El adviento es una tradición religiosa que comienza cuatro domingos antes de la navidad. Inicia el dos de Diciembre y termina el 24. La costumbre es que cada domingo de adviento se enciende una vela de la corona, de preferencia en familia y se hacen lecturas bíblicas y oraciones. El adviento es una especie de cuaresma. Se celebra tres cosas; la memoria de Cristo que vino encarnado al mundo hace dos mil años; su venida espiritual constante, porque nunca nos ha dejado; y la esperanza de que vendrá gloriosamente una vez más.

         Las fiestas de la Virgen de la Purísima Concepción y de Santa María de Guadalupe están en medio del adviento y se ve a la Virgen María en actitud de espera del nacimiento de su hijo Jesús. Salmo 35 del profeta Isaías.

         Alégrense el desierto y el yermo
         Que a la estepa salte de gozo y florezca
         Florezca como el narciso
         Salte de gozo de grite de alegría
         Pues se dará la gloria del Líbano,
         El esplendor del Carmelo y del Sarón;
         Y se verá la gloria de Dios
         ¡Fortalecer las manos lánguidas!
         Afianzad las rodillas vacilantes
         Decid a los inquietos:
         ¡Animo, no temáis!
         Mirad, es vuestro Dios, ya viene la venganza
         El desquite de Dios
         Viene él mismo a salvaros
         Entonces se abrirán los ojos de los ciegos
         Los oídos de los sordos se abrirán
         Brincará el cojo como un ciervo
         La lengua del mudo gritará de júbilo
         En el desierto saltarán corrientes de agua
         Y arroyos en la estepa
         El suelo reseco, se cambiará en estanque
         La tierra sedienta en manantiales
         Y el cúbil donde se tumbaban los chacales
         Se hará un parque de cañas y juncos
         Habrá allí un camino puro
         Será llamado vía santa
         Ningún impuro pasará por él
         Será solo para los suyos su calzada
         Y ni los simples se desviarán
         No habrá león ahí ni bestia feroz pondrá los pies
         Sólo los redimidos pasarán
         Por él volverán los liberados de Dios
         Entre gritos de júbilo llegarán asión
         Una dicha etera coronará su frente
         La alegría y el júbilo estarán a su lado
         Lejos huirán dolor y llanto.




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LA PAZ QUE SE PERDIO


POR: MANUELITA LIZARRAGA



EL ULTIMO CARRETONERO... DON JESUS OLACHEA AVILES... TODA  SU VIDA FUE CARRETONERO Y FLETERO


Sentado en su silla de ruedas en el patio de su casa, don Jesús Olachea Avilés, acompañado de su esposa Inés Cota Espinoza, contemplan el diario transitar de la gente sumidos en sus gratos recuerdos vividos en aquella Paz de antaño... con añoranza don Jesús dijo; que nació en este bello y tranquilo puerto de La Paz un 4 de abril de 1904... Eran tiempos del porfiriato, de terribles epidemias y enfermedades contagiosas... pero también del auge minero, ganadero y perlero. Sus padres fueron José Olachea y Josefa Avilés; ambos familiares del general Agustín Olachea.  Don Jesús, continuo recordando...  vagamente dice, el ciclón del cordonazo que azoto esta entidad el  4 de octubre de 1911, el que fue devastador. Sus padres murieron, dijo, cuando él apenas tenia diez años y su hermana Lola, 12 añitos, a consecuencia de las enfermedades de aquella época, y la vida para el pobre era muy difícil, ya que eran tiempos de revoluciones en todo el  país, y principalmente en este territorio de Baja California Sur con la revolución de los orteguistas. El, desde los seis años ya manejaba un carretón tirado por un par de mulas prietas, propiedad e su tío Francisco, en el que acarreaba la leña, carbón, pastura, y otros productos propios de la región.

...A la muerte de sus progenitores lo crío una señora muy buena, dona Juanita Montesano, de la que guarda agradecimiento y un profundo amor como si hubiera sido su propia madre, así como gratos recuerdos. Don Jesús era carretonero desde niño. Cualquier cosa le pagaban y la comida. Estudio hasta cuarto ano de primaria, como era la costumbre; fue su maestro don Domingo Carballo Felix a quien recuerda con respeto y cariño. La ultima vez que vio a su hermana Lola fue en la isla San José, ya hace muchos años, donde él trabajaba en las Salinas; estaba ella embarcando para Santa Rosalia en uno de aquellos barcos mercantes que hicieron historia en Baja California Sur y ella con su mano le dijo adiós; desde entonces no ha vuelto a saber de ella.

En su juventud, fue cargador en el muelle Fiscal... se echaba al hombro sobre un borriquete sacos de arroz, frijol, azúcar, maíz, café, etcétera, de setenta a ochenta kilogramos... también fue cargador de carretones de mula y llevaba la carga hasta con Esteban Talamantes, que era lo mas lejos en la ciudad en ese tiempo. Ya era dueño de su propio carretón, y cobraba cincuenta centavos cada diez cuadras y le pagaba diez centavos al ayudante, y durante el ida eran muchas las dejadas que hacia... recuerda el revuelo que causo en La Paz, Bartolo “el manco”, era un hombre con poderes, según decían, con poderes sobrenaturales... cuentan que un día llego a casa Ruffo, y cargo un carretón de provisiones y cuando pidió la cuenta, pago con hojas de los arboles, y hasta cambio le dieron, el cajero vio los billetes, pero cuando cayeron a la caja eran puras hojas... pero Bartolo ya había desaparecido. Esa y muchas otras anécdotas se contaban de Bartolo “el manco”.

... En aquel tiempo, continuo diciendo don Jesús, que  todo el movimiento de gente y de carga se hacia en carretones... la carroza funeraria de los Trasviñas... la carroza de la reina en los carnavales... el servicio publico... el rastro, etcétera; y había elegantes carruajes y carretelas, y las familias que tenían un carruaje o una carretela, era como tener un carro del ano... había mas de cuarenta carretones en La Paz, pero fletero eran de veinticinco a treinta; de los carretoneros que recuerda, y que la base era en casa de Ruffo, porque era y es la tienda de tradición en La Paz que surtía y surte todos los tendajones en esta entidad: Jesús Olachea Avilés, Ramón Angulo, Juan Carballo, Francisco Olachea, Manuel Ceseña, Inés Gutiérrez, y su chofer era “el minuto”, Ramón León, Manuel Carballo, Francisco Geraldo, el famoso Chito Romero y José Lucero, entre otros que escapan a la memoria, hicieron época con sus servicios del carretón... el servicio publico era muy eficiente... había cuadrillas de empleados que al paso del carretón iban recogiendo las defecaciones de los briosos corceles que tiraban de carretones, carruajes y carretelas... era un deleite para los oídos escuchar los ruidos como castañuelas que hacían las mismas. Con el tiempo, dio paso al progreso. Los carretones fueron quedando atrás y entraron los fleteros, los vehículos de motor... los pick ups, y su base fue siempre La Perla de La Paz.

También, dice don Jesús Olachea, que le ha tocado vivir todos los ciclones que han azotado nuestra entidad: el cordonazo del 4 de octubre de 1911, el de las trombas de 1918, en 1926, 1931, el 41, el 43, el 54, el 59, el Liza del 76, el Paul, y ahora el Juliette. Así como ha vivido todos los aconteceres políticos, económicos en todas sus épocas y dice, que a todos los gobernantes que han gobernado la entidad, han hecho un buen trabajo, han puesto su mejor esfuerzo. El Muelle Fiscal y la Torre del Vigía, continua diciendo don Jesús, fue toda una época de oro de Baja California Sur... fue el puntal de la economía en la península y el punto mas importante en el corazón de La Paz, así como todos aquellos barcos que hicieron época en la Marina Mercante. El como carretonero, y después fletero, trato gente de todos los niveles sociales, y observador que era, podía darse cuenta de lo importante que fue y sigue siendo Sudcalifornia. Don Jesús contrajo matrimonio con la señora Inés Cota Espinoza y procrearon tres hijos: Zacarías, Eleno y Rosa María... y don Jesús continua en su silla de ruedas bajo el árbol acompañado de su fiel compañera contemplando el paso de la gente de su pueblo, y recordando aquellos bellos tiempos ya idos, de carretones, molinos de viento, barcos mercantes, y aquellos ruidos tan peculiares que inundaban la hermosa ciudad de La Paz que se perdió.

…y al chasquido de látigo, y el trotar de las nobles bestias Don Jesús el carretonero tiraba el carretón cargado de mandado y otras provisiones de “anca Ruffo” para llevarlo hasta las puertas de los hogares sudcalifornianos de aquella época…

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PD. Esta semblanza fue publicada hace más de 15 años en los medios de comunicación más prestigiados: el Sudcaliforniano, Revista Compás, y radio y televisión canal 10 en el programa contacto directo.



miércoles, 23 de noviembre de 2016

Un regalo de Dios a la mirada contemplativa... Y alimento para el espíritu... De nuestra hermosa bahía de La Paz...
Fotos de Manuelita Lizárraga.

 
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“DIONICIA VILLARINO ESPINOZA...’LA CORONELA’...AGUERRIDA MUJER SUDCALIFORNIANA”.


            La coronela, mujer valerosa que por su arrojo y valentía se distinguió a favor de las luchas libertarias del pueblo, siendo ella el genuino exponente del temple y calidad humana de la mujer sudcaliforniana; quien en los momentos más aciagos de la Revolución mexicana, sin prejuicios femeninos de la época dio muestras de su gran valor defendiendo los principios de la Revolución alentando y ayudando a los soldados revolucionarios de Baja California Sur, prestándoles relevantes servicios de inteligencia, de espionaje, atendiendo heridos y procurándoles armas, alimentos, medicamentos herbolarios y agua para sus necesidades. Con la gran ayuda de sus inseparables amigas, “La Chayola” y María de Jesús Calderón quienes junto con doña Nicha, con el pretexto de vender alimentos, ofrecía tequila a las tropas enemigas y emborrachaba a los soldados obteniendo así valiosa información que pasaba a los revolucionarios maderistas.

            Dionicia Villarino Espinoza... “doña Nicha”...llamada así cariñosamente por quienes tuvieron el privilegio de conocerla y tratarla, además de su familia, vio la luz primera en la Cuernavaca Sudcaliforniana, Todos Santos; cuna de valerosos hombres y mujeres, el 25 de Junio de 1885. Sus padres fueron Don Jesús Villarino Villalobos de oficio labrador, y Doña Liberata Espinoza Nieto, originarios de Todos Santos. Dionicia tuvo dos hermanos: Manuel y Eloisa. La feliz infancia de Doña Nicha transcurrió entre limoneros, trapiches y cañaverales, allá en su tierra natal, perfumada a brisa de mar y mango maduro, donde cursó la educación primaria. Siendo ella muy joven, mueren sus padres; él víctima de la fiebre amarilla en 1865, epidemia que asoló la península y devastó gran parte de sus habitantes; su señora madre muere de cáncer en 1902. En la vida de Dionicia se cernía la desgracia, pues tal parecía que su destino era quedarse sola, ya que su hermana Eloisa murió muy joven y su hermano Manuel también muere en las minas de Santa Rosalía Baja California.

            La Coronela, viajó a San Francisco California, en busca del amparo de sus tías Dolores Calderón y Tomasa Tena, para continuar su educación, quienes vivían en la casa donde vivió desterrado el patriota todosanteño el General Manuel Márquez de León. Dionicia, convertida en una hermosa jovencita, al tiempo, sintió la nostalgia por su terruño y regresó con el corazón pleno de ilusiones, donde conoció al joven todosanteño Antonio Salgado Álbañez con quien contrae matrimonio procreando siete hijos: Jesús, Antonio, Martín, Felipe, Amalia, Herminia y Laura. Doña Nicha, una mujer de profundos sentimientos, abnegada y virtuosa madre, así como amantísima esposa ayudo y protegió a mucha gente desvalida, sobre todo a jóvenes sin padres, de los cuales adoptó legalmente como a sus hijos, a Francisco Cosío y Gastón Salgado.

            Doña Dionicia enviudó joven, siendo sus hijos muy chicos todavía, y sacó la casta y el temple de la mujer sudcaliforniana. Se trasladó con sus hijos al mineral de Santa Rosalía donde se desempeñó como costurera. Allí la sorprendió la revolución de 1913 donde formó parte activa junto al grupo revolucionario que se pronunció contra el gobierno usurpador de Huerta. Uno de tantos hechos heroicos en los que la Coronela participó demostrando su espíritu humanitario fue cuando el cañonero “Tampico”, y los federales por órdenes del capitán Barrón dispararon 86 cañonazos a la casa blanca donde estaban parapetados los revolucionarios Manuel F. Montoya , y Vela; la cual fue convertida en escombros por el desigual ataque, quedando moribundos los mencionados revolucionarios, y no conforme el chacal, ordenó que quemaran vivos a estos valerosos hombres que ofrendaron su vida en aras de la patria. Doña Nicha, recogió a hurtadillas y venciendo mil obstáculos, los cadáveres para velarlos en su casa, desafiando el poder federal, dándoles cristiana sepultura a “los mártires de Casa Blanca”, por lo que el comandante Condés de la Torre la mandó a aprehender, enviándola a las inmundas mazmorras de la cárcel en la bartolina número seis, de donde pasado un tiempo fue desterrada a Guaymas Sonora, siendo internada en el cuartel general.

            Doña Nicha se dedicaba a atender presos políticos que al igual que ella se hallaban internados, y algunos estaban enfermos. Por su desempeño logra la confianza de los jefes que le permiten vender alimentos dentro y fuera del cuartel,  y hasta llegó a poner una casa de asistencia de huéspedes cerca del cuartel. Con el pretexto de vender alimentos salía del cuartel rumbo a la playa donde abordaba una embarcación conducida por un viejo pescador, y por las noches al amparo de las sombras se dirigía hasta donde estaban las fuerzas maderistas y se encontraba con sus hijos que luchaba por la causa revolucionaria en contra del gobierno del asesino Victoriano Huerta, llevando ella información importante a los maderistas sobre los proyectos y tácticas de los huertistas.

            Al tiempo, Condés de la Torre es vencido por las fuerzas comandadas por el Teniente Pedro Altamirano, y lo manda desterrado a Guaymas con su familia, donde según se dice, Doña Nicha lo esperaba en el muelle, y al encontrarse frente a frente agarrándole del cuello le dio tremendo bofetón cayendo éste al mar, demostrando la bravura y energía de espíritu. Entra triunfal el General Maytorena al puerto de Guaymas y le concede la libertad a la Coronela quien regresa nuevamente a Santa Rosalía donde continua ligada a todos los acontecimientos de la vida política y social, prestando sus valiosos servicios hasta el triunfo de la revolución mexicana. La valerosa mujer continua viviendo algún tiempo en Santa Rosalía ganándose la vida como costurera y  partera, oficios que desempeñaba atendiendo a las mujeres soldaderas en Guaymas, por lo que, por sus altos méritos y conocimientos en la materia, el 24 de Agosto de 1932, el Delegado Sanitario en Santa Rosalía le otorga un certificado de competencia en conocimientos prácticos de obstetricia, autorizándola a ejercer legalmente. El tres de octubre del mismo año, el Delegado de Gobierno, del mismo puerto, Felipe A. Montoya le concede permiso para manejar automóviles, ya que le era muy necesario para trasladarse de un lugar a otro en su oficio de partera.

            Pasado algún tiempo, Doña Nicha regresa a su amada tierra natal; TODOS SANTOS, histórica tierra, cuna de héroes sudcalifornianos, a su casita de ladrillo con portal de madera, cubierta de enredaderas marcada con el número 38 en la calle Juarez donde nació y pasó su feliz infancia. Con la inquietud que la caracterizaba, la coronela participó en obras sociales y políticas apoyando las campañas de candidatos a diputados federales, destacando Braulio Maldonado quien figuro en la política nacional; así como también a favor del doctor Adán Velarde para diputado federal. En Enero de 1935 fue nombrada vocal de la comisión de higiene y profilaxis, donde se distinguió por su humanitaria labor. En Abril de 1938 el comité nacional del frente único pro derechos de la mujer, con sede en la ciudad de México la designa y faculta para que en el territorio de Baja California Sur organice a las mujeres en grupos filiales para que luchen por los derechos de la mujer sudcaliforniana mexicana, labor muy meritoria que la hace merecedora de felicitaciones del comité nacional. El 20 de noviembre de 1943 el comité central de la defensa civil del territorio sur de la Baja california le otorgó un diploma “Por la patriótica aportación que prestó a la legalidad de la república durante los aciagos días que dieron vida al movimiento revolucionario como estímulo de un pueblo agradecido”.

            Entre el retumbar de las embravecidas olas, y ruidos de trapiches en la molienda de caña, la brisa blanqueó los cabellos de la coronela...el ocaso fue cubriendo de nostálgicos recuerdos su fecunda vida y sus ojos se fueron apagando... poco a poco aquel 27 de abril de 1957, en su natal Todos Santos; donde con justicia una biblioteca lleva su nombre, ostentando una placa alusiva a su vida y obra; así como la casita donde nació y vivió, tiene una placa también, además de que en la casa de la cultura que tan dignamente dirige el ameritado maestro Néstor Agúndez Martínez, está expuestos al público algunas de sus pertenencias personales.  Doña Nicha, La coronela, duerme el sueño eterno, sueño de los justos, con la satisfacción plena de haber sido una mujer en toda la extensión de la palabra,  dejando en el sendero luminoso de su vida un elevado ejemplo para todos los habitantes de esta península, y de generaciones venideras...por su valor a toda prueba...por sus grandes dotes humanos...como abnegada madre, como mujer y por su valiosa aportación a la revolución mexicana...Doña Dionicia Villarino Espinoza, es el más fiel exponente del temple y calidad de la mujer sudcaliforniana.

           

PARA PIES DE FOTO:

1.- DOÑA DIONICIA VILLARINO ESPINOZA, DOÑA NICHA, LA CORONELA, DIGNA EXPONENTE DE LA MUJER SUDCALIFORNIANA. FOTO ARCHIVO.


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PD. Esta semblanza fue publicada hace más de 15 años en los prestigiados medios de comunicación: El Sudcaliforniano, Revista El Compás, y en el programa de centro de radio y televisión canal 10.
LA PAZ QUE SE PERDIÓ.
POR MANUELITA LIZÁRRAGA.
“ROSAURA ZAPATA CANO... ESCRIBIO CON AMOR Y ESFUERZO LAS PAGINAS DE SU TRASCENDENTE E HISTORICA EXISTENCIA”.



En completo abandono se encuentra la casa donde nació en esta ciudad de La Paz en Fco. I. Madero esquina con Morelos, en el barrio del esterito, un 23 de noviembre de 1876 la ilustre sudcaliforniana ameritada maestra señorita Rosaura Zapata Cano; hija primogénita del matrimonio formado por el capitán Claudio Zapata y Elena Cano. El edificio en mención demuestra la apatía y poco interés de las autoridades correspondientes , por conservar los edificios históricos donde vivieron personas que se entregaron y dieron tanto de si mismo en beneficios de los demás, sin pedir nada a cambio; como lo fue la obra sin precedentes de la educadora Rosaura Zapata que abrió la senda del saber en la educación preescolar instituyendo los primeros jardines de niños a nivel nacional, e internacional haciendo surcos en su largo peregrinar en la docencia de entrega absoluta a la niñez mexicana. A opinión generalizada de varias madres de familia, dicen que desde hace como cuatro o cinco años que el edificio esta abandonado. Que deberían de hacer una biblioteca infantil, una escuela de danza, o algo por el estilo enfocado a los niños de preescolar en honor de quien fue la ilustre maestra Rosaura Zapata Cano.

 Al pasar frente a la ruinosa casa en Madero y Morelos donde vió la luz primera la que dejó a la posteridad un vigoroso y noble ejemplo de laboriosidad,  no resistí la tentación de acercarme, palpar sus paredes y desvencijadas puertas y sentir el pasado, y al voltear al techo me imagine la cuna de cacaixtle colgando de las vigas mecida por la amorosa madre arrullada por graznar de gaviotas, el vaivén de las olas y el murmullo de palmeras,  y dentro de la cuna, la niña Rosaura, sonriente, y en su tierna mirada el fulgor de la inteligencia que iluminaría la senda  por donde transitaría la niñez mexicana, en  aquel ambiente familiar de álgidos tiempos revolucionarios en que don Claudio Zapata lucho al lado del general Manuel Marquez de León y Clodomiro Cota, entre otros patriotas sudcalifornianos en contra del régimen porfirista destacando en sus luchas en Todos Santos y el Triunfo. En esas paredes de ladrillos elaborados seguramente por los yaquis del Esterito y piso de tierra, entre tiros de escopetas y chirriar de carretas quedaron plasmadas los llantos y risas de las tiernas travesuras de Rosaura, así como los sobresaltos, penas y alegría de doña Elena cuando por las prolongadas ausencias de don Claudio motivado por la revolución  tenían que quedarse sola con la niña.
En aquel tiempo el mar reventaba sus olas entre las palmeras y paredones, y ésta pavimentada bajadita de la calle Morelos rumbo al mar fue una veredita por donde seguramente la madre y la niña bajaban a la orilla del mar donde abundaban las ostras perleras e infinidad de peces que doña Elena sacaba o adquiría de los pescadores para el alimento diario; mientras que la niña recogía en las níveas arenas de la bahía de La Paz conchitas y caracoles y jugaba rondas infantiles sin faltar desde luego el viejo pescador quien mientras tejía la red, a la niña contaba cuentos y leyendas de piratas y tesoros acrecentando la imaginación de Rosaura. Por los años de 1882. Seis años tenía la niña cuando doña Elena tomó la acertada decisión de trasladarse a la ciudad de México para reunirse con su esposo el que tuvo que salir de esta ciudad, forzado por la situación política de la época y donde Rosaura cursó brillantemente la educación primaria. Los años pasaron y las ilusiones afloraron en el joven corazón de Rosaura...pero fue mas firme su anhelo y propósito por ser alguien y poder ofrecerle a sus padres una vida mejor; pero la fatalidad enlutó su corazón con la muerte de su padre acaecido el año de 1893 cuando apenas ella tenia 17 años.

Con grandes dificultades económicas Rosaura ingreso a la Escuela Normal Para Profesores, recibiéndose como Profesora de Educación Primaria en 1898. Después de toda una trayectoria dentro del magisterio, en 1947 se le nombra directora general de Educación Preescolar y en 1948 se le festejaron sus bodas de oro como profesionista, otorgándosele una condecoración por sus cincuenta años de servicios en la educación nacional, donde conmovida Rosaura Zapata expreso:
            “La emoción mas grande después de cincuenta años de haber recibido el titulo de maestra, es ver que los esfuerzos que dicta el corazón, son siempre coronados por el éxito”; y agrego “ayer pusimos la semilla del jardín de niños; hoy es esta institución el jardín de nuestra patria, que fructificara para el progreso y el bien de ella”. La medalla de oro que recibió la maestra fue donada por todos los jardines de niños de la República Mexicana. En 1952 Rosaura Zapata recibió la medalla Ignacio Manuel Altamirano por cincuenta años de ejercicio docente, en 1954, año en que se jubilo, el senado de la República le otorgo la medalla Belizario Dominguez en reconocimiento a sus altos méritos educativos

Un día de Julio, maravillosamente soleado, lloraron los niños de México, gotas claras como perlas finísimas  - de dolor infinito, de azoro increíble, de impensados desencantos -, surcaron las mejillas infantiles con sorpresivo rocío mañanero que se diluyó en diminutos y límpidos arroyuelos.

            Junto a la milpa crecida y la mazorca dorada, un pequeñín triste elevó interrogante su carita, hacia el infinito. Cabe la rústica cabaña, en alta serranía, otro imberbe abrió la puerta de carrizos entrelazados y sintió el helado soplo de una rara angustia. En el amplio valle, sobre el surco fecundo que alza el milagro de verdes trigales, uno mas se sintió solo y abandonado. Y en la arenosa costa bajo un cálido cielo y frente al rumor cadencioso del oleaje, entre pupilas niñas interrogaron en vano al mar y se perdieron en el horizonte ilimitado.

            Los niños de México lloraron. Porque solo ellos, niños al fin, viven el sueño de los gnomos y las hadas, que lloraban porque tornó verdaderos sus sueños. Hada que les llevó alegrías entre cantos, juegos danzas y cuentos. No volvería más el hada que llegaba con el día en la clara mañana. Que era, esperanza y redención. Como un viento suave y apacible esperaba aura. Que abría una dulce sonrisa, suavemente, como abre sus botones una rosa. En su nombre se conjugaba el doble milagro. Se llamaba Rosaura.

           
Zapata, la educadora impar, en el amplio valle en la alta  montaña.
           
En la prolongada costa, bajo todos los cielos sobre todos los agros de la patria., fue en verdad suave viento, perfume delicado, gorjeo dulcísimo y maternal entrega.
           
            Ella vino  del reino del ensueño, y de la poesía, para hacerse carne terrenal y doliente. Abrió los ojos a la vida, allá lejos, en un confín de México: la california del Guaycura. Tierra del sol y desierto, de ternura y de amor, de perlas y de peces, de estrellas y de mitos. De La Paz, fantástica y legendaria, trajo mensajes de paz, de armonía y de belleza. Hada al fin, nos derramó generosa durante sus largos 87 años, que no alcanzan a sumar pobres y comunes mortales.

            Embelesó a los párvulos. Fue, como dijo el Poeta Jaime Torres Bodet, el símbolo vivo de una esperanza conmovedora para la felicidad de los niños. Ella lleno de infantes nuestros jardines, hizo escuela propia, conmovió a los hombres con su vida y con su obra y, como señalo el maestro Celerino Cano, atenta al porvenir inmediato, contagio a todos con su pasión por el México niño.

            De su inspiración y de su esfuerzo, saben bien los niños y los hombres. Tan inspirada que cuando sus ojos ya no veían a los niños, su corazón los sentía muy cerca de la razón primordial, profunda y lúcida de su ser. Tan esforzada, que tras fundar los jardines de niños que llevaron los nombres de Federico Froebell Y Enrique Pestalozzi, recorrió primero, las poblaciones de los Estados Unidos para aprender la organización y funcionamiento del  Kínder Garden y después de Europa, toda Alemania, Suiza, Francia, Inglaterra y Bélgica para estudiar lo relacionado con la educación de los párvulos. Se perfecciono en la Universidad Autónoma de México, a través de las cátedras de sociología, psicología y ciencia de la educación. Y logró finalmente la Escuela Nacional de Educadoras. En tanto, ocupaba numerosos cargos y desempeñaba graves funciones como miembro del Consejo de Educación Primaria, del Consejo Técnico de la Escuela Nacional de Maestros y del Consejo Nacional de Maestros y del Consejo Nacional de la Educación. Y aun se daba tiempo para concurrir, como representante de la Secretaria de Educación, a numerosos congresos mundiales sobre la enseñanza. Hizo de su vocación un culto. Quemo sus pupilas en el estudio, sacrificó diversiones y todo lo que pudiera ser felicidad para ella para dedicarlo a la niñez mexicana que fue todo su mundo. Fue una mujer indispensable en el momento histórico de México que le tocó vivir y hacer del sistema de jardines de niños los cimientos sobre los que descansa la educación nacional. Se dió tiempo para escribir varios libros dedicados a la educación preescolar, entre ellos: “tres libros de cantos y juegos para jardines de niños”; “cuentos y conversaciones”; “libro de rimas”; “la educación preescolar en México”; “técnicas de jardines de niños”. Su nombre esta grabado con letras de oro en el Senado de la República, para orgullo de todos los mexicanos.

            Amó a su pueblo niño, profundamente. Y su pueblo maduro la veneró como diosa de infinita sabiduría.

            A Rosaura Zapata no la alcanza la bíblica sentencia Anatematizante: ella salió del pueblo y torno a su pueblo. Vive eternamente en el corazón de los niños, los hombres y las mujeres de México. Es ya como ha dicho la Maestra Emma Olguín, una heroína civil, de la gran batalla educativa.

            Rosaura Zapata Cano seguirá siendo aura limpia y rosa Inmarcesible. Rosaura Zapata Cano, murió en la ciudad de México en 1963 a la edad de 87 años, donde fue sepultada y respetando su voluntad de que su cuerpo descansara en su tierra natal, sudcalifornia, el 23 de noviembre de 1988 los restos mortales de la ameritada maestra Zapata fueron sepultados en la Rotonda de los Sudcalifornianos en esta ciudad Capital.



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PD: Fuente Dr. Francisco Javier Carballo Lucero…historiador y cronista.


Esta semblanza fue publicada hace más de 15 años en los prestigiados medios: El Sudcaliforniano, Revista Compás, y en el programa de contacto directo en radio y televisión canal 10.

jueves, 17 de noviembre de 2016

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“DON CARLOS OROZCO YEPIZ...FUE UN RECONOCIDO POCERO EN LA PAZ...OFICIO QUE SE PERDIO”.



...Los cabellos plateados blanqueaban en las penumbras...la alta figura de ébano arrastrando los cansados pies, se recortó en el marco de la puerta de su hogar... no encienda la luz, le dije, no es necesario...Don Carlos Orozco, como un fuerte roble que se niega a caer, dijo que su vida fue muy pesada...el oficio de pocero era muy cansado, y arriesgado, así como mal pagado; pero de alguna manera tenía que ganarse el sustento diario...el primer pozo que hizo fue en el rancho El maniadero de Don Agustín Arreola, le pagaban 2.50 diarios, y tardó 4 años en escarbar dos pozos profundos de 76 metros cada uno...se medían 2.5 metros y de diámetro en la tierra, y se iba reduciendo con el material de ademe; se va escarbando hasta encontrar arena  y se va siguiendo la raíz del mezquite, hasta topar en el fondo con el agua. La señal para hacer un pozo, es donde hay mezquite, es un hecho inequívoco de manantial de agua. Fueron 74 pozos de agua los que hizo en La Paz y parte del estado durante más de 25 años de su vida. El más profundo fue de 88 metros, en el rancho La victoria, por El centenario; y los pozos para escusados fueron incontables.

Era aquella Paz de antaño, a golpe de barra a escasos metros de profundidad, donde el vital líquido en cualquier lugar fluía a torrentes...era fuente de vida y verdor, cada familia tenía su propio pozo de agua, la que jalaban con mecate y un balde a través de una rondanilla, o de lo contrario tenían su molino de viento, pila para el agua y sistema de riego para los huertos familiares sembrados de variados árboles que daban frutos en abundancia, que hasta se pudrían con el sol...Don Carlos Orozco, nació en la época de revoluciones y movimientos políticos...eran tiempos difíciles en todo el país, principalmente para los que menos tenían...vio la luz primera el 9 de noviembre de 1915 en La Paz, BCS en Guillermo Prieto y Constitución, donde estaba un edifico que le decían “El descanso”, porque allí velaban algunos muertos. Sus padres fueron Alta Gracia Yepiz de Orozco, y Alberto Orozco. Fueron cinco hermanos. Sus padres murieron cuando Carlos era muy pequeño, y lo acabó de crecer su tío Rafael, quien fue un buen hombre de aquellos cabales, forjado en el campo, pero no le dio la oportunidad de estudiar; lo hizo al trabajo campesino como él, andaban de rancho en rancho, ya que su tío se dedicaba a la compra  y venta de ganado.

Así fue la infancia de Don Carlos Orozco,  plagada de variadas experiencias donde hubo de todo, con muchos sufrimientos, porque además la mujer que tenía su tío, le daba muy mala vida, hasta que su tío la dejó, y se casó con una muchacha de los rumbos de La buena mujer, llamada Victoria Olachea Valdés. Don Carlos, siendo ya un jovencito, se separó de su tío y se vino a La Paz con su abuela Soledad Lucero. Fue en el año de 1939, época en que estaba su auge la pesca del tiburón y decayó el buceo de la concha Madreperla. Don Carlos Orozco, fue muy conocido por su valor, por su fuerza y por su eficiencia para escarbar pozos profundos a pulmón a punta de barra. Hacía de todos los oficios por las mismas necesidades a las que se enfrentaba, principalmente era pocero, y también matancero. Por escarbar un pozo para escusado, mingitorio o letrina, le pagaban .50 centavos. Por matar una res o un chivo o un puerco, .50 centavos; y a veces le daban el cuero, cabeza y dentros. Para que le rindiera el día, el cuero lo vendía en la Tenería de Don Gerardo, la que estaba ubicada en Altamirano y Morelos, donde compraban también el excremento de perro a .20 centavos el tambo, el que utilizaban para el curtido o encerado de las pieles. La vida de Don Carlos fue de mucho sufrimiento y muy cansada. En el muelle fiscal descargaba y cargaba los barcos mercantes de la época. 75 centavos diarios ganaba de sol a sol, cargando en el hombro tres costales de azúcar de 50 kilogramos cada uno y lo llevaban desde el muelle hasta los almacenes de Canseco. 

El muelle era de madera y tenía rieles, maderas que nomás crujían con tanto movimiento. En 1941, dio inicio la obra para renovar el muelle y hacerlo de concreto, la que estuvo a cargo del maestro de albañil Pablo Barrera y las garitas estaban en el agua. Don Carlos era peón en esa obra y le pagaban .50 centavos diarios trabajados de sol a sol. También trabajo en la presa de El cajoncito, y ya terminada la obra, la iban a enterrar, cuando cayo el ciclón del 41 y barrió con todo el trabajo realizado, asimismo trabajó de sol a sol en la compañía la “Ticsa”, para la construcción de la carretera Transpeninsular, pero para el oficio que más lo buscaban era para escarbar pozos profundos para el agua, o para los escusados. En Pichilingue descargaba sal desde el amanecer hasta la madrugada y se ponía muy contento porque ganaba 40.00 pesos a la semana y podía comprarse ropa y zapatos, dice Don Carlitos, que no fueron pocas las veces en que estuvo en peligro su vida. En ocasiones estuvo a punto de derrumbarse el pozo en el que trabajaba; otra vez se fue una barra de punta hasta el fondo, pero él ya estaba diestro en sortear estos peligros con la ayuda de Dios. Con gran nostalgia, Don Carlos Orozco recuerda el día que conoció a la que fue su esposa, una bella flor del campo peninsular, María del Rosario Hirales Morales, quien nació en Las gallinas.

Aquella soleada mañana de Octubre, cuando él estaba en plena faena, escarbando un pozo e iba ya a 20 metros de profundidad, un alboroto traían los compañeros que jalaban la tierra porque se enteraron que en el rancho “La lagunilla” vivían tres hermosas muchachas. Se pusieron de acuerdo, y muy contentos merodeaban a los alrededores del rancho, se decidieron a llegar, haciéndose los que andaban perdidos del camino, las jóvenes recelosas, pero muy atentas salieron a atenderlos...los varones de la casa por fortuna andaban campeando, y corrieron con suerte. De ese encuentro, surgieron otros y otros naciendo un gran amor entre Rosario y Carlos hasta culminar en el altar  de la parroquia de Nuestra Señora de La Paz el 31 de diciembre de 1947, a la seis de la mañana fue un día de intenso frío que hasta nevó. Bendijo esa unión el creador universal, con 7 hijos: Ramón, Aurelio, Ana maría, Cleofás, Emeterio, Mariel, María Guadalupe y Enrique, quienes le han dado la alegría de 18 nietos y 3 bisnietos, así como nueras y yernos.

Termina diciendo Don Carlos Orozco que le está muy agradecido a Dios y a la vida, que nunca lo dejó de su mano, que a pesar de desempeñar los oficios más pesados, mal pagados y cansados, Dios le dio más de lo que merece. Y no se lamenta, que a sus 85 años de edad no tuvo  a oportunidad de recibir el beneficio de una jubilación, ni prestación alguna, porque afortunadamente Dios lo bendijo con unos hijos excelentes que dentro de sus posibilidades nada le ha faltado y se han hecho cargo de su padre, ahora que el peso de los años doblan su espalda, y la tristeza embarga su corazón porque su amada esposa se le adelantó en el camino a la eternidad, iniciando el año 2000.

…al golpe de barra, la raíz del mezquite seguía y con sus morenas manos la tierra iba sacando hasta llegar al vital y preciado líquido…fuente de vida…el agua dulce…



…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…


jueves, 3 de noviembre de 2016

Tiempos de jauja en La Paz con la marina mercante...pura plata 0720, eran otros tiempos...

Efectos del Ciclón del 59, el barco del Arturo A pique...

Cuando podíamos disfrutar nuestras playas inundadas de callo de hacha y otros productos, en el manglar del manglito...

Históricos barcos de la marina mercante... tiempos de bonanza en La Paz, cuando todos nos conocíamos y hasta nos andábamos riendo solos...

El astro rey... un regalo a la mirada contemplativa...

                LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“ENVUELTO EN LA LEYENDA...EL TIEMPO Y EL OLVIDO...MAKLIS...FUE UN PERSONAJE DEL FOLCKLOR SUDCALIFORNIANO”.

  • Macklis Santos Maldonado Tatabiate...se dice que fue su nombre.

            Con su tambache colgante en el hombro, Maklis deambulaba por aquellas callecitas de La Paz de antaño...diciendo como un rito “Hermanito Juan tatabiate, o caguaseca”, refiriéndose seguramente a los jefes de las tribus yaquis, después de sus resonantes estornudos que eran el terror para los  niños de aquella época....en realidad no eran estornudos los que hacía Macklis, lo que pasaba era que este personaje se tapaba un poro de la nariz y hacía como corneta. Maklis era un personaje muy singular que los mayores aprovechaban para ponerlo del “coco” de los niños para meternos en cintura, ¡y cuanto miedo sentíamos al verlo aparecer de repente en las esquinas!...!regresas pronto con el mandado, porque si no, te puede salir el Maklis y te va a llevar en su bolsa de tilichis!. Era la consabida amenaza para los chamacos desentendidos.

            En realidad, Maklis era un ser inofensivo que tal vez estaba afectado de sus facultades mentales...se decía que fue un buen telegrafísta en El Boleo, allá en Santa Rosalía cuando estaba en su auge la explotación del cobre y otros minerales. ¡Toda una época de ese histórico pueblo minero!.   Contaban también  la voz de los ancianos que hace muchos años, cuando todavía se embarcaba ganado para mandarlo a otras partes del interior de la República, así como tantas mercancías que iban y venían paara cubrir las necesidades de la población de aquel tiempo... de uno de aquellos barcos mercantes que hicieron historia, quizás El Ednarosa, El raul, o el Corringam, entre otros;  una soleada mañana de verano, los estibadores estaban en plena faena y con asombro vieron aquel extraño personaje que, a  Maklis,  quien  pegó un salto al muelle fiscal, y así venía ataviado con su tilichi del lona al hombro, y su sombrero de lona de lado lo primero que hizo fue hospedarse bajo los pilares del muelle. Su limpia mirada y noble faz inspiraba confianza...estaba ataviado con un overól gris arremangado, su cabeza la cubría con sombrero de lona gris, caído hacia un lado, calzaba sus pies con vistosas teguas de las que hacían con Don Julio Beltran y su inseparable bolsa de lona llena de tilichis colgándole a los hombros, lo distinguía,  y lo hacía muy popular  de repente salía de las esquinas, tiraba el tambache al suelo,y  como un rito, daba dos tres vueltas en círculo, se llevaba a la cara sus dos grandes manasas, se tallaba la regordeta nariz y estornudaba ruidosamente que podía escucharse a varias decenas de metros a la redonda...aaaaaattttchhhssss...aaaaaatttchhhs y decía “hermanito Juan tatabiate o caguaseca” y se hacía  un corredero de chamacos al ver y escuchar a Maklis, quien nunca se fumaba un cigarro nuevo, tenía que estar usado porque decía que en un cigarro lo había enfermado.





            Aquel singular personaje de aquella Paz de antaño de florecidos y perfumados jardines, era el terror para los niños que no le conocían bien, ya que las mamás se encargaban de asustarlos con Maklis para meterlos al orden...!te va a llevar el Maklis! Y los chamacos creían que en el tambache que le colgaba en el hombro, allí se llevaba a los niños. La apariencia de Maklis y sus estruendosos estornudos inspiraban temor, pero en realidad este noble señor era inofensivo...andaba de casa en casa, y de tendajón en tendajón ofreciendo sus servicios de mandadero o de los oficios aquellos tan dignos como jalar agua del pozo, o en los leñeros partiendo la leña; se dice que a doña Julia y Don Angel, los padres del ex gobernador del licenciado Ángel César Mendoza Arámburo, Macklis les partía la leña....la gente lo respetaba y le ofrecían algunos alimentos, los que Maklis recogía en un botecito, y al término de sus largos recorridos por aquellas callecitas de La Paz, y sus estornudos de gran estruendo, se los comía a placer bajo los pilares del muelle fiscal, donde se decía era su hábitat.

            En aquel tiempo, también había niños que no le temían a Maklis,y que eran muy traviesos,  lo camelaban escondidos entre los árboles, a esperar el momento preciso cuando Macklis  daba la vuelta en  las esquinas reculando para atrás y para adelante, para hacer su acostumbrado ritual de ruidosos estornudos, y que éste tirara al suelo el tilichi para escondérselo. Cuentan los antiguos que una tarde de aquellas hermosas de La Paz, de molinos de viento y barcos mercantes, Maklis dejó de existir...nunca se le volvió a ver más ...quedando en el recuerdo de quienes lo conocieron como un personaje muy singular, que formaba parte del paisaje sudcaliforniano, y que dio paso a la leyenda...los niños y demás gente extrañaban el diario peregrinar de Maklis, así como sus ruidosos estornudos seguido de su ritual “hermanito Juan tatabiate o caguaseca”...atcchhss, atttchsss, 

            Maklis se pierde en el tiempo y el olvido...pero los que peinamos canas...aún lo recordamos, porque formó parte de aquella feliz infancia que Dios gracias nos tocó vivir en aquella hermosísima Paz de antaño.



       … POR EL PLACER DE ESCRIBIR…RECORDAR…Y COMPARTIR…