martes, 18 de julio de 2017

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“DOÑA VICENTA VARGAS HIGUERAS Y SUS GRATOS RECUERDOS DE SAN PEDRO DE LA PRESA”.


         Aquella ardiente mañana de verano, en la tranquilidad de su hogar rodeada de sus seres queridos la encantadora muchacha de cabellos plateados Doña Vicenta, entornando los chispeantes ojos aun, para recordar lúcidamente el pasado, aquel maravilloso pasado que le tocó vivir en su infancia en San Pedro de La presa al lado de sus mayores y en donde dice fue tan feliz...todo aquel entorno en sus ojos de niña le parecieron muy bellos al lado de una sabia abuela como le tocó vivir, pues más hermosos recuerdos guarda de su lugar de origen, familiares y amigos así como de este bello y paradisiaco puerto de La Paz.

         En aquellos años dice, en San Pedro de La presa, había una hacienda muy grande, hermosa y productora donde trabajaba mucha gente, la hacienda era de los Hermanos de La Toba, Rodolfo, Ricardo y Alfonso, hombres muy trabajadores, era agrícola y ganadera se cosechaba en abundancia la caña y la uva...se fabricaba el lino y había trapiches para la producción de panocha, en grandes cantidades, se perdía la mirada contemplativa en las grandes extensiones de tierras sembradas de cañaverales, viñedo, olivos, higueras, naranjos, y demás árboles frutales, y grandes cantidades de cabezas de ganado pastaban alegremente en las praderas…sus gentes vivían muy felices, la mayoría de hombres y mujeres sabían tocar la guitarra, la que no debía de faltar en cada hogar ya que vivían tan contentos que siempre estaban festejando algo, cualquier motivo era pretexto para estar de fiesta, bodas, bautizos, cumpleaños, día de la virgen, pero principalmente en la cosechas....


!Era un encanto todo aquello en San pedro de la presa!...todo era felicidad, cuando la cosecha de la caña era una fiesta y cuando hacía la panocha y todos sus derivados también había que festejar y venía gente de todos los pueblos a llevar panocha y los bailes duraban hasta ocho días.....pero lo que más le gustaba a Doña Vicenta, dice, era cuando la producción de vino o llenada de barricas....su tío Miguel Higuera era el que hacía el vino en San Pedro de la presa...era famoso en toda comarca por este arte de hacer el vino....y para festejar la llenada de barriles de vino, los que eran muchísimos, su tío Miguel invitaba a  toda la muchachada que trajeran sus guitarras para emborracharse de vino, y empezaba el baile, todo el mundo, bebía, cantaba y bailaba...amanecían por todos lados los jóvenes borrachos de vino y de alegría...luego Miguel mataba un chivo o una res y hacia caldo para la cruda y agarraban fuerzas nuevamente y continuaba la fiesta hasta ocho días...barricas y más barricas se bebían....Doña Vicenta tenía doce años y ya sabía tocar guitarra y música de boca....bonitas melodías le arrancaban a las cuerdas musicales....la gente del campo dicen, desde que nacen nomas empiezan a caminar y ya están bailando, parece que nacen con la música y el ritmo en el cuerpo....que decían los antiguos que era herencia de los antiguos californios porque festejaban todas sus cosechas....este arte de tocar y cantar es transmitido por los mayores de generación en generación, así como todos los conocimientos para hacerle frente a la vida.

La Hacienda de los De la toba en San pedro de la presa era una escuela de las artes manuales y oficios para cubrir la mayoría de las necesidades de los habitantes de aquella época, todo era hecho por propia mano...desde labrar la tierra la costura, el bordado, tejido, curtiduría de pieles, para la elaboración de calzado, cueras, y todos los habíos que el ranchero y el caballo necesita, se fabricaban jabón, telas y almohadas de lana de borrego, así como suaderos, sombreros, trastos de barro, en fin todo tipo de utensilio para las necesidades diarias. Abundaba el dinero en la casa grande. Los trabajadores vivían bien, eran muy sanos es más, la gente ni se enfermaba y las pocas enfermedades que habían ellos mismos las curaban con plantas medicinales, ya que también era un conocimiento transmitido de los mayores.

Como sabia cosita su abuela Luisa, dice Doña Vicenta, era una gran mujer muy servicial y solicitada para echar las varillas en busca de tesoros. Ella se crio al cuidado de su abuela a la que le encantaba recolectar raíces semillas sayas, y frutos silvestres para poder comer al estilo indio, así como sacaba enjambres de miel de abeja los que abundaban en el monte y ella feliz le acompañaba en esa gran hacienda que hubo en San Pedro de la presa y de la que guarda gratos recuerdos, abundaba la riqueza....toda la producción de la tierra por tonelada, como queso, cueros, carne seca, vino, frutas, legumbres, panocha, miel, granos, ganado, trabajos artesanales, etc., lo sacaban a vender por aquellos pedregosos caminos en carretas tiradas por mulas  rumbo a La Paz y por vía marítima por Los Dolores, San Evaristo, los burros, etc.,




Los hermanos de la Toba tenían fama de que a los alrededores de la hacienda enterraban el dinero, producto de la venta de ganado y demás cosas, ya que ellos eran solteros; y además su abuelita y ellos sacaron un gran tesoro de los antepasados y le pagaron con oro. Doña Luisa Talamantes compró varias mancuernas de reses, y se vinieron a caballo por aquellos pedregosos caminos a vivir a La Paz cuando empezó la gran sequía del 33, la que duró más de siete años, para entonces, Vicenta tenía 13 añitos y la había a su abuela a sacar el gran tesoro de la hacienda de San Pedro de La Presa.

A Vicenta le pareció tan bella La Paz cuando llegaron a ella, seguidos de las mancuernas de reses mugiendo...parecía un rancho grande La Paz, había muchas huertas con árboles frutales, molinos de viento, hermosos jardines de abundantes flores y la bahía de La Paz lucía hermosísima inundada de embarcaciones de vela....que encanto para Vicenta!; se fueron a vivir al Barrio El Choyal, había pocas casas, más bien parecía un ranchito...luego luego su abuela se dio a conocer además por su modo tan bonito por su arte de echar las varillas, y porque era muy buena costurera, de las que hacía ropa para toda la familia, así como hermosos tejidos de gancho y bordado como era la usanza antes, de eso vivían y del producto del ganado. Fueron muchas partes aquí en La Paz donde su abuela Luisa buscó tesoros con las varillas....encontró varios, pero algunos no fueron sacados por envidias o por pleitos, o porque eran muchas e insoportables las apariciones y tenía que suspender la obra.

Como por ejemplo el tesoro del barrio de La Pedrada, al que llegaron a él, pero le llovían muchas piedras de la nada y no lo pudieron sacar, allí se quedó ese tesoro y ella sabe dónde está. Dice Doña Vicenta que por aquellos años hubo en La Paz una epidemia muy grande que murió mucha gente, las casas estaban con letreros, “En cuarentena”, fueron pocos los que se salvaron, ella entre ellos, que se vio muy grave, que todo el arte que ella sabía olvidó entre otras muchas cosas. Pero que gracias al Doctor Fernández que la curó, quien siempre venía acompañado de dos perros policías; a su hermano lo curó con veneno, le dio Estricnina, y éste se salvó; no quedó bien del todo, pero quedó vivo. Dice que gracias a Don Esteban Talamantes pudieron sobrevivir ya que les ayudó bastante. Lo recuerda con cariño y le está muy agradecida.

Doña Vicenta nació en San Pedro de la Presa el 19 de Junio de 1921; sus padres fueron Doña Benigna Vargas Higuera y Octaviano Higuera; creció al amparo de su abuelita Luisa, en su juventud trabajó en la tienda de Don Luis Gama donde vendían de todo. Se casó muy joven con el señor Martín Sánchez Cañedo quien trabajó en la Tenería Suela Viosca, procrearon 15 hijos y todos nacieron en su casa al estilo indio, con partera, todos nacieron muy sanos, de los cuales han fallecido tres, y viven gracias a Dios: Jesús, Andrés, Martín, Ventura, Manuel, Ezequiel, Guadalupe, Cecilio, Beatriz, Jorge, Bertha Alicia e Irma Isabel, los cuales le han dado muchos nietos y bisnietos que hasta la cuenta perdió. Doña Vicenta recuerda con nostalgia que su abuelita falleció casi a los 100 años de vejez.

Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…


*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*


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