viernes, 3 de noviembre de 2017


LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“AL TAÑER DE LAS CAMPANAS DE LA MISION DE SAN FRANCISCO JAVIER...LOS PRIMEROS CALIFORNIOS ACUDIAN A MISA”.


El padre José María Píccolo fue su fundador...el apóstol Juan de Ugarte, fue el maestro, constructor y el impulsor de la educación, agricultura, comunicaciones y muchas otras cosas de beneficio común en los primero habitantes de la península...el padre Miguel del Barco, fue el constructor de la actual misión de San Francisco Javier.

            Por tres siglos, el sitio más venerado por los antiguos californios, y generaciones posteriores hasta nuestros días, lo es sin duda alguna la misión de San Francisco Javier. Hermosa obra arquitectónica de estilo barroco reconstruida de piedra cantera sacada de los arroyos de Santo Domingo, por el Padre jesuita español Miguel del Barco, a mediados del siglo XVIII, por amenazar ruina la misión anterior, inicio la  obra en el año de 1744 terminándola de construir en abril de 1758. El mérito de esta misión de San Francisco Javier, es del padre Miguel del Barco, quien estuvo viviendo en la península 30 años.

            En los inicios de la misión de San Francisco Javier, el padre José María Píccolo visitó VIGGE BIANDO el 10 de marzo de 1699 acompañado solamente de algunos indígenas. Le pareció aquel lugar a propósito para plantar una misión, porque los californios tenían buena disposición para abrazar el cristianismo, y por qué en el Valle próximo había tierras de cultivo y de buenos pastizales para mantener ganado. La dificultad del pedregoso camino fue allanada por los indígenas y soldados que empezaron a desmontar el camino, y para Junio de ese mismo año, ya había una senda para transitar a caballo de Loreto a San Francisco Javier. En Octubre del año que se menciona, se trasladó el padre Píccolo a San Francisco Javier con algunos indígenas y soldados a construir una capillita de adobe y ramas, y algunas casas para el misionero y soldados. Este fue el origen de la Misión de San Francisco Javier, cuya capillita fue dedicada el primero de noviembre de 1699 por el Padre Juan María de Salvatierra en un acto de devoción y solemnidad.

Esta misión estaba construida a las orillas de la cabeza del arroyo de Santo Domingo, en un paraje rodeado de manantiales conocido por los indígenas como “VIGGE BIANDO”. Cuando una misión era fundada, se escogía un lugar con tierra fértil para producir granos y frutos, como maíz, trigo, olivos, vid, mangos, naranjos, palmas datileras, etc. También se procuraba que hubiera pastos suficientes para la cría de ganado vacuno y caballar. Poco tiempo duró  la misión, ya que instigados por los Guamas o curanderos, hubo un levantamiento de indígenas y quemaron la misión destruyéndolo todo, demostrando así su inconformidad, resistiéndose de distintas maneras a los cambios que en su modo de vivir procuraron introducir los misioneros. La misión fue abandonada al año siguiente debido a las hostilidades de los indígenas. El padre José María Píccolo estuvo en la península 31 años. Llego el 23 de noviembre de 1697. En la misión de San Francisco Javier, entre tantas cosas maravillosas que se vieron, como ejemplo; cuenta el padre Salvatierra en una carta dirigida al padre Juan de Ugarte, “que hay un niño de cuatro años llamado Juan Caballero, quien con una varita en la mano a imitación de los fiscales y maestros de la doctrina cristiana, guiaba a los otros indígenas en la repetición de las oraciones que se les enseñaba: si veía platicar alguno, les intimaba silencio poniéndoles el dedo en la boca, acabada la doctrina, tomaba los rosarios y reliquias que llevaban consigo los soldados, los besaba y se los ponía reverentemente sobre los ojos; y no contento con hacer estas demostraciones, quería que también los otros las hicieran, porfiando con ellos hasta que lo conseguía, lo cual enternecía a los soldados hasta el grado de hacerlos llorar”.

El padre Juan de Ugarte, después de dejar el cargo de procurador de las misiones, salió de la Nueva España el 3 de diciembre de 1700, camino 400 leguas, hasta llegar a un puerto de Sinaloa, encontró un barco pequeño y viejo y se embarcó en el  para cruzar el golfo llegando a Loreto el 19 de marzo de 1701. Ante el altar de la virgen de Loreto, el padre Juan María de Salvatierra encargó al apóstol Ugarte edificar la nueva misión de San Francisco Javier ya que la habían destruido los indígenas y por qué el padre Píccolo tenía que marchar a la Nueva España a arreglar negocios de la California. El industrioso Juan de Ugarte acepto con gran gusto, y marchó a San Javier con un grupo de soldados. En muchos días no asistía ningún indígena. Tenían odio por los soldados. Comprendiéndolo así el padre, retiró a los soldados y se puso en manos de Dios quedando él solo entre aquellos indígenas tan hostiles. Cuando en oración se encontraba se acercó un muchacho con intención de espiar. El padre Ugarte, al verle, le acarició y le ofreció regalos y le mandó que dijese a los demás que ya no había soldados, que podían venir. Poco a poco, se fue estableciendo nuevamente el ejercicio de la doctrina.

Fue tanto el amor del padre Ugarte por los indígenas que no conforme con enseñarles el evangelio, se propuso civilizarlos enseñándoles aquellas artes y costumbres y trabajos que requiere la vida social. Todas las mañanas, después de oficiar la misa que el padre Ugarte celebraba y escuchaban los neófitos, seguía el ejercicio de la doctrina, y concluido éste, les distribuía el pozole a los que habían de trabajar y los llevaba a la fábrica de la iglesia y a las casitas que estaban edificando, para así y para los neófitos, o al campo a quitas los matorrales y las piedras así como preparar el terreno para la siembra, o hacer represas y zanjas para regar la tierra. El industrioso padre Juan de Ugarte en las fábricas, la hacía no solo de arquitecto sino, de albañil, carpintero y de todo, porque algunos indígenas no se acomedían al trabajo ni con regalos ni halagos. El padre Ugarte les ponía el ejemplo para alentarlos, siendo él el primero y el que más trabajaba. Con sus propias manos acarreaba y labraba las piedras y la madera, pisaba el lodo para los adobes, encavar la tierra y ordenar los materiales. Él mismo llevaba a pacer el rebaño de ovejas que tenía la misión. Él se ocupaba de todos los oficios. Ya se le veía con el hacha en la mano quitando los matorrales, ya con el pico rompiendo las piedras, ya con la coa labrando la tierra, lo que solía hacer descalzo de pie y pierna.

Al padre Ugarte, Dios lo doto de una fuerza extraordinaria. Además de su inteligencia y buen corazón, fue de los misioneros de más mérito en la península. Desde un principio sufrió las hostilidades y burlas de los indígenas, pero el padre con su gran amor, sabiduría y paciencia en el nombre de Dios y se propuso levantar la misión, convivir y ayudar a los californios quienes tenían mucho temor porque abundaban los leones y les causaban muchos daños en sus animales y a ellos mismos, y no los mataban porque creían   que ellos iban a morir, entonces el padre se propuso a  cazar un león, lo que no le fue difícil  porque había muchos,  y de un peñascazo en la cabeza derribó al león, y la mula que él montaba , cabestraba asustada, ya que el padre Ugarte decidió llevar al león muerto sobre la bestia. Había un árbol derribado en el camino y allí puso al león para que la mula no lo viera, y montando en la mula, al pasar por donde estaba el árbol agarró al león y lo subió en las ancas del animal. Tuvo que ingeniárselas para poder llevarlo a la misión.
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El padre Ugarte, después de dar muerte al león de una pedrada en la cabeza,  lo llevo a la misión para que los indígenas se convencieran que era falsa la creencia que tenían y le perdieran el miedo.  Al llegar a la misión, la sorpresa de los indígenas fue mayúscula al ver al padre con el león muerto y que no le hubiera pasado nada. Este hecho y con su ejemplo de caridad para con ellos, el padre se fue ganando el respeto de ellos. En otra ocasión, cansado de que los indígenas se burlaran de él, y puesto que ellos respetaban al más fuerte, entonces el padre tomó una decisión. Había entre ellos uno grandulón y burlesco, cuando más se burlaba de él, el padre lo levantó en el aire tomándolo de los cabellos teniéndolo suspendido por unos instantes, asustándose los demás y desde entonces ya no se burlaron de él.

            El padre Ugarte era un hombre de probada bondad y de un gran temple. Tenía la fuerza de cuatro hombres, enseñó a los californios además del evangelio, a labrar y cultivar la tierra. Por medio de la construcción de canales de riego y estanques para almacenar el agua, se cosechaban variados frutos. Maíz, frijol, trigo, vid, olivos, datileras, frutos y algunas verduras. También les enseñó a desmontar para hacer caminos. Trajo de otras partes del mar de california cría de ganado mayor y menor así como  ovejas, y les enseñó a trasquilarlas en su tiempo y a cardar la lana. Y no conforme con eso les fabrico ruecas y telares de madera para elaborar telas para cubrir sus desnudos cuerpos. Además, les trajo de la Nueva España un maestro para que les enseñara a elaborar prendas de vestir. El primer modisto  o costurero en la península fue el señor Juan Moran, al que el Padre Ugarte le pagaba 500 monedas de oro al año para que enseñara a los indígenas este oficio. El señor Moran vivió muchos años en la península enseñando el arte de la costura a las mujeres, hasta su muerte en su ancianidad. Las mujeres indígenas fueron las mejores fabricantes de prendas de vestir, principalmente las medias de medio punto para los soldados, las que eran de muy buena calidad y las damas españolas se las peleaban, según las crónicas del padre Miguel del Barco y de Clavijero.

            Al tañer de la campana...en la misión de San Francisco Javier entre aquellas serranías hermosas misas se hacían utilizando el excelente vino que se producía en la misión...enmarcado con el coro musical compuesto por niños, jovencitos y jovencitas indígenas, el padre Ugarte les enseñó música y tocaban artísticamente los instrumentos musicales. Era una escuela de artes la misión de Viga Biando. Había hospital y dispensario médico, el mismo padre Ugarte les enseñó a las mujeres grandes, artes manuales, para que a su vez enseñaran a las niñas. Había mujeres que especialmente atendían a los niños huérfanos. El industrioso padre Ugarte construyo un barco con madera de la región, con la ayuda de un ebanista de rivera que trajo de la otra banda,  al que le dio por nombre “El triunfo de la Cruz”, fue el primer barco construido en la península.

            El padre  Juan de Ugarte, fue uno de los misionero jesuitas más célebres de california...nació en Teguacigalpas Honduras en 1660.  Fue amigo entrañable del padre Kino y Salvatierra y murió en su misión de San Francisco Javier el 28 de diciembre de 1730, siendo muy sentida su muerte, principalmente por la misión de los indígenas de San Francisco Javier.

            Esta iglesia que cautiva la fé de los peregrinos que durante tres siglos que con gran devoción la visitan, está en la cabecera, sitio o pueblo que en un principio se llamo San Pablo; pero que hacía muchos años se trasladó a ella la residencia ordinaria del padre misionero, por haber faltado el agua permanente que al principio de esta conquista se estableció esta misión, y solo ha quedado una ranchería con nombre de San Javier Antiguo; pero como el patrono de la misión es San Francisco Javier, habiéndose trasladado al paraje de San Pablo la cabecera, se trasladó también el nombre de San Javier. De las 17 misiones construidas en la península por los religiosos, la de San Francisco Javier es la mejor conservada.

            Los retablos de la misión, fueron enviados desde la ciudad de México, en 32 cajas de maderas. Su traslado se llevó a cabo en buques de vela ruta San Blas Loreto; luego, a trote de mulas por aquellas pedregosas laderas de la sierra de la giganta. Cada año los devotos peregrinos llegan de diferentes lugares del Estado así como de la República a dar gracias por los milagros concedidos. Desde una semana antes al 3 de diciembre la monotonía se rompe en San Francisco Javier, con la alegría de los lugareños. Las banquetas de la única callecita del pueblo lucen barridas y regaditas con sus puestos de fritangas y productos propios de la región para venderles a los visitantes. Desde el día 2 de diciembre en la noche se inicia la velación de San Francisco Javier, enmarcados con música ranchera, corridos revolucionarios y carreras de caballos, así como melodías románticas arrancadas a los instrumentos musicales de los conjuntos del pueblo. En ese ambiente adornado el altar mayor de hermosos arreglos florales e iluminado a la tenue luz de las velas se entonan cantos y rezos también conocidos como “los gozos de San Francisco Javier”. A las doce de la noche se cantan las mañanitas, y se continúan los gozos.

            En ese inclemente frío, la gente baila y canta para no sentirlo. A las 5 de la mañana del día 3 se inicia la primera misa, siguen bautizos y confirmaciones. A las doce del día, hombres y mujeres del pueblo bajan al santo y lo colocan al pie de su altar. Luego sigue la procesión por la única calle del pueblo. Después, se coloca al santo en su lugar de origen entre rezos y cantos. Y por la noche, continúan los rosarios. Al día siguiente, cuatro de diciembre, por la mañana se celebra la misa de despedida a los peregrinos. Enmarcado con el aullar del viento que mecen los centenarios olivos que planto el padre Juan de Ugarte con la ayuda de los californios


..Yal vuelo de las campanas los antiguos californios acudían a misa. En la misión de San Francisco Javier..


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